jueves, 6 de febrero de 2020

Despoblación: hipocresía política y periodística

Por  Eugenio-Jesús de Ávila, director de El Día de Zamora (publicado el 03.02.2020 - http://eldiadezamora.es/art/23337/despoblacion-hipocresia-politica-y-periodistica)

Los jetas de la política y de la prensa, adicta y adepta, se preocupan ahora de la despoblación de Zamora. Aquellos, con sus decisiones, causaron un gravísimo daño al sector primario de nuestra provincia, que, durante estos días de rebeldía agraria, puse de manifiesto en tres artículos. La reconversión agropecuaria del felipismo, lenta, silente, vació el campo zamorano de gente joven, lo envejeció y transformó en un desierto demográfico. Los hijos de González vienen ahora a solucionar el problema que causó su líder carismático. Cosas veredes.

También ahora entra en patrocinio de una jornada sobre la despoblación. Cara dura. ¿Qué empresa anegó tierras y tierras de esta provincia? ¿Qué empresa trasladó a casi todos sus trabajadores a Valladolid, cerca del poder político, abandonando Zamora? ¿Qué sucedió con el canon eléctrico, por el que la Diputación Provincial recibía cientos de millones? Ahora estos medios, vendidos al vil metal, mendigan unos euros para subsistir, para mantener la coba al poder, para vivir de las migajas que caen de la mesa de Epulón. El periodismo nació para informar y criticar al poder. Si se esconden las trampas de políticos y empresarios, la prensa se traiciona a sí misma, deja de ser la voz crítica del pueblo, para constituirse en hoja parroquial, con más páginas, con más noticias sin interés, con más camelo a las instituciones públicas, mecenas auténticos del periodismo felón.

Como advirtió Valentín Cavero, que fuera catedrático de Geografía de la Universidad de Salamanca, ha mucho tiempo, unos 15 años, las comarcas de poniente de la provincia de Zamora constituyen un desierto demográfico "irreversible”. Entrecomillo ese término. La pregunta sería: ¿No hay nada qué hacer para que se convierta en reversible la despoblación? Sí. No soy político, ni demógrafo. Pero afirmaría que el apoyo económico del Estado y todas sus administraciones, regional y provincial, Junta y Diputación, al sector primario, con incentivos fiscales, control del “robo” en origen, e inversiones en la transformación de materias primas en las zonas productoras, conllevaría que muchos jóvenes decidieran quedarse en los pueblos, que apostaran por desarrollar una agricultura y ganadería modernas, competitivas, avanzadas.

La izquierda bolchevique nunca creyó en el campesino como fuerza revolucionaria. Los agricultores rusos fueron duramente castigados después de la Revolución de 1917. Las hambrunas, dirigidas desde el Estado soviético, por Lenin, en primer término, y por Stalín, causaron millones de muertos en Ucrania, granero de la Rusia de los zares y después de la U.R.S.S. Las requisas de cereales y ganado del sector primario, ejecutadas para alimentar a las ciudades, evidencian las simpatías izquierdistas por agricultores y ganaderos. Pero eso es otro asunto, alejado en el tiempo, que ahora no incumbe al tema del que escribo: la despoblación y la hipocresía política, empresarial y periodística.

Insisto: el poder político debe arbitrar medidas para frenar el desierto demográfico que devora nuestras tierras de hombres y mujeres, matrimonios, familias y jóvenes. Los partidos fingen. Ninguna cree en el medio rural, porque ya no es granero de votos, ni representa gran cosa en el P.I.B. Ahora disimulan, porque los agricultores se manifiestan, exigen, piden. En Don Benito, una brutal carga de la Policía Nacional, que obedece, como siempre, órdenes de los gerifaltes del Estado, nos mostró la consideración que se tiene con los héroes del cereal, del maíz y la remolacha: Ninguna.

Frenar la despoblación es posible. Labor ingente, dura, sacrificada; cierto. Pero las instituciones, si quieren, podrán detener el avance del desierto demográfico. Es cuestión de querer. Pero esta tropa solo se mueve dirigida por cerebros urbanitas. Y Zamora, nuestra provincia, carece de políticos agricultores, ganaderos, del sector primario. Si no fuera por la aportación de los sindicatos del campo, esta provincia ya se habría convertido en un enorme cementerio, en camposanto de la Historia. Habrá que ir pensando, si todo sigue igual, a la deriva, cuesta abajo en la rodada, en constituir un partido agrario.

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