Por David Díez Llamas, Sociólogo (publicado el 09.04.2017 en Diario de León http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/identidad-leonesa-de-cantabrico_1151959.html)
Me refiero a la película Cantábrico. Su director Joaquín Gutiérrez Acha lo ha dicho con claridad «más de la mitad de esa película está rodada en parajes leoneses». A lo que añade con cierta sorpresa «lo que contrasta con el nulo apoyo recibido desde la Junta de Castilla y León». Ahora cabría preguntarse ¿cuántos de los espectadores que vayan a ver esa película la asociaran con un territorio leonés? No tengo ninguna duda de que la vinculación será mucho mayor con Cantabria, con Asturias, con Galicia… Es decir las comarcas leonesas aportan la «sustancia» (el metraje de la película) pero otros se llevarán lo que son los valores de imagen. Todo ello con la complicidad de unas instituciones que pagamos entre todos, pero que en nada se las deja ver en defensa de nuestra identidad a no ser para tratar de hundirla más.
¿Qué consecuencias tiene todo ello? La identidad no es sólo un sentimiento, sino que tiene repercusiones económicas claras. Por decirlo de algún modo «no se puede vender, lo que no existe». En el caso de que está película estimulase el venir a conocer estos paisajes «cantábricos» ¿Dónde cree el lector que se iría el turista? Más allá de ello también se desarrolla una imagen que luego contribuirá a que en un momento dado esos turistas vengan a visitarnos. Lo que «no existe» es muy complicado que pueda competir con aquellos que ofrecen «paraísos» o «territorios infinitos». Una marca ya sea comercial o institucional lo que busca en un primer momento es notoriedad. Luego ya se tratará de dotar de valores positivos ese conocimiento. En nuestro caso ni siquiera pasamos ese primer corte de «conocimiento y notoriedad».
Esa «anulación» de la identidad leonesa también tiene consecuencias en otros muchos planos de la economía. Es perfectamente conocida la importancia de los valores de imagen en la venta de los productos. El prestigio que alguien pueda asociar a una determinada denominación (Alemania=tecnología por ejemplo) lleva a que se vendan sus productos más fácilmente y también a un precio superior. Ello muchas veces con independencia de la veracidad o no con la que se sustenta esa imagen. En el caso leonés no es tanto que tengamos una imagen negativa como la falta de reconocimiento social en el marco español (de ello es buen ejemplo está película). Tenemos recursos (en este caso naturales) pero se vinculan a otras tierras. Por poner un ejemplo el rodaje de las escenas con osos se produce en tierras leonesas, pero será Asturias quién fomente la asociación de ese animal con su territorio. En consecuencia aquellos que buscan un turismo vinculado a la naturaleza tenderán a irse a Asturias. Ello incluso provoca que en algún caso para tratar de recoger ese tipo de turismo, establecimientos hoteleros ubicados en territorio leonés hayan tendido a promocionarse en los catálogos de turismo como «asturianos». Todo ello con la pasividad habitual de las instituciones.
La película Cantábrico se promociona en diferentes medios. El tráiler en internet lleva 500.000 visitas. En televisión se pueden ver referencias anunciadoras, especialmente en aquellas cadenas que han colaborado en su producción. Hay carteles en vallas publicitarias, en los autobuses, en la Gran Vía de Madrid. Hay entrevistas en radios y periódicos. Sin embargo todo ese esfuerzo de difusión, en el caso leonés se desvanece entre las manos por cuanto muy pocos van a identificar que aquello que van a ver, que esas espectaculares imágenes están rodadas mayoritariamente en León. Duele y aún más que las instituciones no pongan en valor esas señas de identidad leonesa. Podríamos decir que «somos mucho más de lo que parecemos ser». No tengo mayor duda de que la situación sería distinta si la Región Leonesa fuese una de las autonomías que componen el mosaico español. Ello nos daría carta de identidad y es seguro que ello facilitaría la asociación de las imágenes de la pantalla con el territorio donde mayoritariamente se han rodado. Ello además de un valor sentimental tendría un efecto en las economías locales.
Con todo, incluso en este marco autonómico en teoría podría producirse esa defensa. Sin embargo como el propio director (que no es leonés, ni leonesista) reconoce, la promoción de la película se ha dado en cualquier otra autonomía menos en Castilla y León. Diría que la apuesta es más por conseguir que desaparezca cualquier referencia a «lo leonés». No es que no se promocione, es que se busca silenciar y acallar.
Diría que todo ello debería herir sensibilidades leonesas con independencia del pensamiento político de cada cual. Sin embargo tan sólo se escuchan los silencios. Uno intuye que puede ser consecuencia del temor a que el levantar la voz, en clave leonesa, pueda dificultar las aspiraciones políticas de algunos dirigentes.
Para terminar les quiero contar una anécdota. Se dice que cuando el ayuntamiento de Boñar votó la cuestión sobre la autonomía leonesa, alguien dijo que hasta el oso que había disecado en la sala del plenario tenía la mano levantada para votar favorablemente la moción en defensa de una autonomía leonesa. Seguro que los que aparecen en la película Cantábrico estarían de acuerdo con esa decisión.
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miércoles, 3 de mayo de 2017
miércoles, 20 de julio de 2016
¡Oferta: kilo y cuarto de identidad!
Por David Díez Llamas, Sociólogo (publicado en Diario de León el 23.05.2016 - http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/oferta-kilo-cuarto-identidad_1071364.html)
Han pasado ya cerca de 40 años cuando se crea desde el ordeno y mando de Martín Villa la autonomía de Castilla y León. Sin embargo, es patente que el invento político construido para hacer de dique a los nacionalismos periféricos hace aguas por todas las partes. Ya ven, por un lado tenemos a un Parlamento catalán reclamando la independencia y por otro se promueve «un grupo de expertos para generar identidad de Castilla y León». Vamos que la política de Martín Villa más que contener ha impulsado los movimientos independentistas.
¿Que no existe identidad «castellano-leonesa»? Pues la creamos a golpe de talonario. El caso es que llevan muchas décadas haciendo uso de esos cheques y el talonario se agota. Que eso significa detraer recursos en «apagar incendios» (evitando contar con más medios o brigadas forestales) o en «hacer un nuevo conservatorio», no importa. Se promueve la identidad de la tierra quemada y el ostracismo cultural. Se paga a aquellos que dicen lo que el poder les dicta. La obediencia vence a la verdad y a la objetividad para desgracia de la propia ciudadanía.
La identidad leonesa se defiende desde la dignidad del propio convencimiento. Se defiende desde la libertad de expresión y no supone gasto alguno al erario público. Se sustenta en las realidades históricas pero también en el sentimiento de la ciudadanía. En encuesta realizada en 1988 tenemos que un 70% de las personas entrevistadas se reconocía como leonés por tan sólo un 5% que se decía castellano-leonés (el resto o no contestaba o indicaba otras respuestas). La propia Junta es consciente de esa situación y por ello gasta ingentes cantidades de dinero en comprar identidades a su medida.
Se compra la obediencia. Lo llevan haciendo muchos años en muchas cosas, como por ejemplo en las casas de León. Esta política deplorable está sustentada, ya por iniciativa o por omisión, por muchos partidos del arco parlamentario ya desde el poder o desde la oposición. También en las diferentes organizaciones políticas se premia a aquel que sigue lo que le dictan desde fuera sus estructuras internas aunque ello este en abierta oposición a lo que diga la ciudadanía de su ámbito de actuación o su propios militantes.
Hay autores leoneses como Julio Llamazares que han preferido renunciar a premios para garantizarse su libertad de pensamiento, pero también hay otros que llevan muchos años viviendo de escribir al dictado de lo que le dicen los poderes de la Junta. La propaganda institucional tiene unos antecedentes que se extienden desde los cantares de gesta y más en concreto en «El mío Cid». Posteriormente son muchos los que han difundido lo que allí se expone y consiguen crear una conciencia colectiva que lleva a situar al Cid como héroe y al liberador del cerco de Zamora como traidor. Antes ya ahora se pagaba a alguien para que glosara su propia actividad y que así pasara a la historia como «héroe» y no como «villano» (algo que conseguían también hay que decirlo).
Si se parte de «buscar generar una identidad de Castilla y León», se hace desde el reconocimiento de crear un artificio. Por otro lado para ello hay que destruir todo aquello que ha sido a lo largo de los siglos la identidad leonesa y la castellana. Se quiere crear una amalgama de algo que ha sido en buena medida rasgos identitarios opuestos y muchas veces confrontados. Un signo de ello lo podemos encontrar en los primeros compases del himno a León que dice: «Sin León no hubiera España que antes que Castilla leyes, concilios, fueros y reyes dieron prestigio a León».
La identidad es ante todo un sentimiento de pertenencia a un territorio determinado. Tal vez por eso mismo las banderas de Castilla y León no se las ve nunca en el terreno deportivo animando a un equipo leonés. Las banderas leonesas se compran desde las propias convicciones (y dineros), las de Castilla y León ondean en las alturas de los edificios oficiales (y las pagamos todos con nuestros impuestos). Por mucho dinero que se estén gastando es complicado «comprar los sentimientos « y por ello persiste el sentimiento de una identidad leonesa.
La identidad tiene un valor económico. No he visto a nadie que haya puesto en duda el declive de la economía leonesa desde la entrada en este marco autonómico. Los indicadores de paro, de contribución al PIB de España... son contundentes. Estas medidas de «generar identidad de Castilla y León» llevan profundizar en ese declive. La razón es simple, si no existe identidad leonesa no hay en consecuencia «productos leoneses» y por ello es más complicado venderlos.
En Quiénes somos se parte de la definición política del concepto y se pide a una serie de personas que respalden lo que es el propio proyecto político. Es algo por otra parte viejo y que ya viene desde la editorial Ámbito (alguno de sus impulsores está también ahora en este proyecto) o en la Fundación Villalar.
Aquellos que queremos gestionar nuestros sentimientos de identidad desde la libertad rechazamos que se comercie con ello. Defienda cada uno lo que considere oportuno pero hagámoslo en igualdad de condiciones y sin que ello suponga costes a la administración pública. Veríamos entonces cuantos quedan para defender una identidad castellano-leonesa.
Han pasado ya cerca de 40 años cuando se crea desde el ordeno y mando de Martín Villa la autonomía de Castilla y León. Sin embargo, es patente que el invento político construido para hacer de dique a los nacionalismos periféricos hace aguas por todas las partes. Ya ven, por un lado tenemos a un Parlamento catalán reclamando la independencia y por otro se promueve «un grupo de expertos para generar identidad de Castilla y León». Vamos que la política de Martín Villa más que contener ha impulsado los movimientos independentistas.
¿Que no existe identidad «castellano-leonesa»? Pues la creamos a golpe de talonario. El caso es que llevan muchas décadas haciendo uso de esos cheques y el talonario se agota. Que eso significa detraer recursos en «apagar incendios» (evitando contar con más medios o brigadas forestales) o en «hacer un nuevo conservatorio», no importa. Se promueve la identidad de la tierra quemada y el ostracismo cultural. Se paga a aquellos que dicen lo que el poder les dicta. La obediencia vence a la verdad y a la objetividad para desgracia de la propia ciudadanía.
La identidad leonesa se defiende desde la dignidad del propio convencimiento. Se defiende desde la libertad de expresión y no supone gasto alguno al erario público. Se sustenta en las realidades históricas pero también en el sentimiento de la ciudadanía. En encuesta realizada en 1988 tenemos que un 70% de las personas entrevistadas se reconocía como leonés por tan sólo un 5% que se decía castellano-leonés (el resto o no contestaba o indicaba otras respuestas). La propia Junta es consciente de esa situación y por ello gasta ingentes cantidades de dinero en comprar identidades a su medida.
Se compra la obediencia. Lo llevan haciendo muchos años en muchas cosas, como por ejemplo en las casas de León. Esta política deplorable está sustentada, ya por iniciativa o por omisión, por muchos partidos del arco parlamentario ya desde el poder o desde la oposición. También en las diferentes organizaciones políticas se premia a aquel que sigue lo que le dictan desde fuera sus estructuras internas aunque ello este en abierta oposición a lo que diga la ciudadanía de su ámbito de actuación o su propios militantes.
Hay autores leoneses como Julio Llamazares que han preferido renunciar a premios para garantizarse su libertad de pensamiento, pero también hay otros que llevan muchos años viviendo de escribir al dictado de lo que le dicen los poderes de la Junta. La propaganda institucional tiene unos antecedentes que se extienden desde los cantares de gesta y más en concreto en «El mío Cid». Posteriormente son muchos los que han difundido lo que allí se expone y consiguen crear una conciencia colectiva que lleva a situar al Cid como héroe y al liberador del cerco de Zamora como traidor. Antes ya ahora se pagaba a alguien para que glosara su propia actividad y que así pasara a la historia como «héroe» y no como «villano» (algo que conseguían también hay que decirlo).
Si se parte de «buscar generar una identidad de Castilla y León», se hace desde el reconocimiento de crear un artificio. Por otro lado para ello hay que destruir todo aquello que ha sido a lo largo de los siglos la identidad leonesa y la castellana. Se quiere crear una amalgama de algo que ha sido en buena medida rasgos identitarios opuestos y muchas veces confrontados. Un signo de ello lo podemos encontrar en los primeros compases del himno a León que dice: «Sin León no hubiera España que antes que Castilla leyes, concilios, fueros y reyes dieron prestigio a León».
La identidad es ante todo un sentimiento de pertenencia a un territorio determinado. Tal vez por eso mismo las banderas de Castilla y León no se las ve nunca en el terreno deportivo animando a un equipo leonés. Las banderas leonesas se compran desde las propias convicciones (y dineros), las de Castilla y León ondean en las alturas de los edificios oficiales (y las pagamos todos con nuestros impuestos). Por mucho dinero que se estén gastando es complicado «comprar los sentimientos « y por ello persiste el sentimiento de una identidad leonesa.
La identidad tiene un valor económico. No he visto a nadie que haya puesto en duda el declive de la economía leonesa desde la entrada en este marco autonómico. Los indicadores de paro, de contribución al PIB de España... son contundentes. Estas medidas de «generar identidad de Castilla y León» llevan profundizar en ese declive. La razón es simple, si no existe identidad leonesa no hay en consecuencia «productos leoneses» y por ello es más complicado venderlos.
En Quiénes somos se parte de la definición política del concepto y se pide a una serie de personas que respalden lo que es el propio proyecto político. Es algo por otra parte viejo y que ya viene desde la editorial Ámbito (alguno de sus impulsores está también ahora en este proyecto) o en la Fundación Villalar.
Aquellos que queremos gestionar nuestros sentimientos de identidad desde la libertad rechazamos que se comercie con ello. Defienda cada uno lo que considere oportuno pero hagámoslo en igualdad de condiciones y sin que ello suponga costes a la administración pública. Veríamos entonces cuantos quedan para defender una identidad castellano-leonesa.
viernes, 10 de octubre de 2014
Avanzando de espaldas a la Junta
Por David Díez Llamas, Sociólogo (Publicada en Diario de León el 07 de octubre de 2014 http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/avanzando-espaldas-junta_926334.html)
En la explanada de San Marcos suena el himno a León, los pendoneros izan sus pendones y avanzan por la Gran Vía de San Marcos. Atrás, a la espalda, queda el edificio de la Junta de Castilla y León. Para mí todo ello adquiere un especial simbolismo si tenemos en cuenta que han sido las Cortes de Castilla y León las que han negado «el pan y la sal» a los pendones del Reino de León, o lo que vendría a ser los mismo, que fueran declarados Bien de Interés Cultural. Sin embargo esos pendones lucen en todo su esplendor y avanzan desde el respaldo popular que contrasta con ese rechazo institucional. La alegría y algarabía se traslada a las calles leonesas contrastando con un edificio grande, pero vacío y sin alma. Por una lado es la opulencia de la Junta, por el otro la sencillez de las personas que desfilan alrededor del pendón de su pueblo. El edificio es un símbolo de una imposición antidemocrática que se hizo contra la voluntad de la gran mayoría de los leoneses. Ahora se va allí o bien por cumplir con un trabajo o por una obligación de algún tipo. Las personas que van con los pendones de su pueblo lo hacen desde la propia voluntad, buscan tener camisetas identificativas para que todos sepamos a que pueblo pertenecen, lo hacen desde el orgullo con el que enarbolan su pendón. Al edificio de la Junta se va por «no quedar más remedio».
Esta situación es todo un ejemplo de cómo pueblo e instituciones en la Región Leonesa caminan por caminos opuestos y cada vez más distantes. El pueblo y los pueblos leoneses se organizan a través de sus juntas vecinales, las instituciones quieren suprimirlas. Sin embargo: ¿Habría alguien que dijese que de forma general funcionan mejor las instituciones políticas que las populares como son las juntas vecinales?, sinceramente pienso que muy pocos. Paradójicamente se quiere suprimir algo que funciona bien y sin costes para la ciudadanía por unas instituciones políticas que desgraciadamente están demasiadas veces asociadas a escándalos o mala gestión.
A diferencia de otro tipo de desfiles en el de los pendones (en cualquier acto que celebren) no vemos una representación política. Puede que haya personas que tienen cargos políticos pero en ese desfile van como uno más de su pueblo, no se diferencian o distinguen de los demás. En ese ejemplo de comunión popular tras los pendones podemos encontrar jóvenes y viejos, hombres y mujeres, negros y blancos, creyentes y ateos, personas ideológicamente de izquierdas o de derechas. Esa amalgama es lo que mejor define el concepto de pueblo. Es la diversidad que es capaz de avanzar como una unidad no uniforme (que gran ejemplo para la España de las autonomías).
Lo he dicho algunas veces pero como lo creo importante, lo repito. Este desfile de pendones ejemplifica lo que debería haber sido la actuación pública respecto de la crisis. El pendón hay que tener fuerza para levantarlo (al igual que cualquier obra pública), pero luego hay que tener el equilibrio para mantenerlo (no como esas obras que se hacen pero luego no hay dinero para sostener sus gastos fijos de luz, agua... y hay que cerrarlas). El pendón para llegar al final de su meta debe pasar entre varios pendoneros, nadie lleva el pendón sólo todo el camino. En ese trasvase del pendón hay que procurar hacerlo de la mejor manera posible para evitar que se caiga (no como en los trasvases políticos que prima más bien aquello de «el que venga detrás que arree»). Además entre los pendoneros hay un ambiente de unidad alrededor de aquello que representa los valores del pueblo (no como en muchos casos en que los partidos que están en la oposición tan sólo persiguen aquello de «quítate tú que me pongo yo» y para ello están más para destruir que para construir).
Allí donde el pueblo cobra protagonismo hay ausencia de banderas de Castilla y León. Las banderas del marco autonómico impuesto están en las alturas y en los balcones institucionales, las banderas leonesas están a pie de calle y la llevan libremente los ciudadanos. Son notables diferencias.
Sin embargo a pesar de todo, de espaldas a la Junta se avanza. Se recuperan pendones en muchos pueblos, se llevan esos pendones a muchos lugares dentro del Reino de León, pero también fuera. En ese sentido somos optimistas, los leoneses estamos acostumbrados a que para mejorar las cosas lo mejor es hacerlas por nosotros mismos (en facendera). Son las instituciones las que deben cambiar el rumbo para acercase a la ciudadanía si quieren evitar que la distancia hacia ellas sea cada vez mayor. En sus manos está operar ese cambio.
En la explanada de San Marcos suena el himno a León, los pendoneros izan sus pendones y avanzan por la Gran Vía de San Marcos. Atrás, a la espalda, queda el edificio de la Junta de Castilla y León. Para mí todo ello adquiere un especial simbolismo si tenemos en cuenta que han sido las Cortes de Castilla y León las que han negado «el pan y la sal» a los pendones del Reino de León, o lo que vendría a ser los mismo, que fueran declarados Bien de Interés Cultural. Sin embargo esos pendones lucen en todo su esplendor y avanzan desde el respaldo popular que contrasta con ese rechazo institucional. La alegría y algarabía se traslada a las calles leonesas contrastando con un edificio grande, pero vacío y sin alma. Por una lado es la opulencia de la Junta, por el otro la sencillez de las personas que desfilan alrededor del pendón de su pueblo. El edificio es un símbolo de una imposición antidemocrática que se hizo contra la voluntad de la gran mayoría de los leoneses. Ahora se va allí o bien por cumplir con un trabajo o por una obligación de algún tipo. Las personas que van con los pendones de su pueblo lo hacen desde la propia voluntad, buscan tener camisetas identificativas para que todos sepamos a que pueblo pertenecen, lo hacen desde el orgullo con el que enarbolan su pendón. Al edificio de la Junta se va por «no quedar más remedio».
Esta situación es todo un ejemplo de cómo pueblo e instituciones en la Región Leonesa caminan por caminos opuestos y cada vez más distantes. El pueblo y los pueblos leoneses se organizan a través de sus juntas vecinales, las instituciones quieren suprimirlas. Sin embargo: ¿Habría alguien que dijese que de forma general funcionan mejor las instituciones políticas que las populares como son las juntas vecinales?, sinceramente pienso que muy pocos. Paradójicamente se quiere suprimir algo que funciona bien y sin costes para la ciudadanía por unas instituciones políticas que desgraciadamente están demasiadas veces asociadas a escándalos o mala gestión.
A diferencia de otro tipo de desfiles en el de los pendones (en cualquier acto que celebren) no vemos una representación política. Puede que haya personas que tienen cargos políticos pero en ese desfile van como uno más de su pueblo, no se diferencian o distinguen de los demás. En ese ejemplo de comunión popular tras los pendones podemos encontrar jóvenes y viejos, hombres y mujeres, negros y blancos, creyentes y ateos, personas ideológicamente de izquierdas o de derechas. Esa amalgama es lo que mejor define el concepto de pueblo. Es la diversidad que es capaz de avanzar como una unidad no uniforme (que gran ejemplo para la España de las autonomías).
Lo he dicho algunas veces pero como lo creo importante, lo repito. Este desfile de pendones ejemplifica lo que debería haber sido la actuación pública respecto de la crisis. El pendón hay que tener fuerza para levantarlo (al igual que cualquier obra pública), pero luego hay que tener el equilibrio para mantenerlo (no como esas obras que se hacen pero luego no hay dinero para sostener sus gastos fijos de luz, agua... y hay que cerrarlas). El pendón para llegar al final de su meta debe pasar entre varios pendoneros, nadie lleva el pendón sólo todo el camino. En ese trasvase del pendón hay que procurar hacerlo de la mejor manera posible para evitar que se caiga (no como en los trasvases políticos que prima más bien aquello de «el que venga detrás que arree»). Además entre los pendoneros hay un ambiente de unidad alrededor de aquello que representa los valores del pueblo (no como en muchos casos en que los partidos que están en la oposición tan sólo persiguen aquello de «quítate tú que me pongo yo» y para ello están más para destruir que para construir).
Allí donde el pueblo cobra protagonismo hay ausencia de banderas de Castilla y León. Las banderas del marco autonómico impuesto están en las alturas y en los balcones institucionales, las banderas leonesas están a pie de calle y la llevan libremente los ciudadanos. Son notables diferencias.
Sin embargo a pesar de todo, de espaldas a la Junta se avanza. Se recuperan pendones en muchos pueblos, se llevan esos pendones a muchos lugares dentro del Reino de León, pero también fuera. En ese sentido somos optimistas, los leoneses estamos acostumbrados a que para mejorar las cosas lo mejor es hacerlas por nosotros mismos (en facendera). Son las instituciones las que deben cambiar el rumbo para acercase a la ciudadanía si quieren evitar que la distancia hacia ellas sea cada vez mayor. En sus manos está operar ese cambio.
sábado, 13 de julio de 2013
DE FUNDACIONES Y FUNDICIONES (DE DINERO PÚBLICO)
Por David Díez Llamas, Sociólogo
En cualquier época se hace necesario evitar dilapidar el dinero público pero esa exigencia es aún mayor en la época en que vivimos. No se puede demandar a la ciudadanía esfuerzos vía aumento de impuestos o reducción de los servicios públicos mientras contempla que desde la administración no se controlan sus gastos. Es desde la ejemplaridad en la austeridad cuando se puede solicitar de otros que te apoyen en la lucha de tratar de mejorar nuestras infraestructuras económicas vía reducción del déficit.
Un ejemplo de cómo el dinero que se recauda luego se tira por la borda son las Fundaciones que ha creado la Junta de Castilla y León. Es el caso de la Fundación Villalar que se lleva en su presupuesto la nada despreciable cifra de 1.240.000 euros. ¿Qué recibe la ciudadanía a cambio?, la mejor respuesta sería que los leoneses no recibimos nada, pero claro esto sería demasiado benévolo. Con ese dinero que se recauda con el esfuerzo de todos la Junta financia proyectos que atentan directamente a la identidad, la cultura y la economía leonesa. ¿Qué para eso conviene inventarse una historia sin base científica alguna? Pues se hace que para eso tenemos 1.240.000 euros. ¿Qué eso puede incidir en que la ciudadanía cuente con menos servicios en transportes o en sanidad? ¿Qué vendría muy bien ese dinero para mantener a equipos tan representativos de sus ciudades como Zamora, Ademar...?. Nada, bagatelas, nosotros hacemos y editamos un comic que luego distribuimos a modo de propaganda para que los escolares aprendan la historia que nosotros queremos. Vamos que si hay que decir que en la prehistoria ya existía Castilla y León se dice, que si hay que afirmar que todos estamos contentos con una autonomía que fue asumida por la ciudadanía leonesa pues se pone en el papel, que para eso se paga. Claro la mentira necesita más esfuerzos de difusión que la verdad, más que nada exige “esfuerzo creativo”. ¿No estamos por la creatividad y la innovación pues la aplicamos a la historia? Estos de la Fundación-Fundición Villalar deben pensar que es demasiado aburrido contar las cosas que sucedieron en el pasado y que es mucho “más güai” inventarlas. Claro que en esa invención arriman demasiado el ascua a su sardina y se les nota demasiado.
Otra de estas creaciones de la Junta es la Fundación Siglo. La misma está dotada nada menos que con 23 millones de euros y cuenta con unos 150 empleos. Entre sus méritos está el haber conseguido cargarse la gestión del MUSAC. Este museo había alcanzado una cota de prestigio importante en toda España y las referencias al mismo han sido frecuentes en muchos medios de comunicación y facultades de Bellas Artes del país. Bueno pues está Fundación consigue que dimita la directora del Musac. ¿Un caso aislado? Ya, pero es que a continuación dimite todo su equipo directivo y parece encuentran dificultades para sustituirlo. No es tema de dinero sino que parece que vuelve a darse una injerencia política en la gestión de está institución. ¿Acaso no hemos tenido suficiente con el papel que han jugado los políticos en la gestión de las Cajas de Ahorro? No es casual que en la promoción de las Edades del Hombre se haga en base al slogan “25 años construyendo identidad”. ¿Cuánto nos está costando el crear esa identidad castellano-leonesa que quieren? ¿Con que medios contamos para evitar esa invasión cultural y económica?
Otro caso es la marca “Tierra de Sabor”. En este caso no es una fundación pero en bastantes cosas tiene similitudes. Vayan y entren en internet para ver su página. En ella podrán ver tres referencias centrales, el vino de Ribera de Duero, Pedraza y el “queso castellano”. Vamos ni rastro de cualquier referencia a los productos leoneses. Es decir con el dinero de los leoneses se promociona el vino de Ribera de Duero (Bierzo, Prieto Picudo no existen) o el queso de Castilla (al de Zamora, León o Salamanca se les da la alternativa o que se vendan como castellanos o se les quita de cualquier tipo de promoción). Las referencias a la “tierra castellana” son constantes en toda la página. Los leoneses contamos en la misma sólo para pagar con nuestros impuestos algo que lo mejor que se podría decir es que es inútil. En “Tierra de Sabor” se promociona con dinero público el “León no existe” y el “todo es Castilla”. Sin embargo en ello hay también el reconocimiento de la dificultad de vender algo como “Castilla y León”. No es una buena marca comercial el vino “castellano-leonés” o el “queso castellano-leonés”. Ante su dificultad para reconocer que en está autonomía existen dos regiones los de “Tierra de Sabor” optan sencillamente por unificar todo como Castilla. Supongo que a la gran mayoría de las personas les resulta indiferente que un producto venga o no con la marca "Tierra de sabor", pero es que esa indiferencia cuesta mucho dinero. Por otro lado es cuestionable que sean más los que compran por tener un producto que los que lo rechazan por tenerla, algo que deberían tener en cuenta aquellos que ponen está marca en sus productos.
Pues miren sí, pienso que estas y otras Fundaciones son fundamentalmente “fundiciones de dinero público”. Se dilapida el dinero para conseguir unos objetivos meramente políticos. En algún caso es casi como dar dinero a alguien para que adquiera el instrumental necesario para que luego pueda atracarte. Vamos una delicia.
Es necesario racionalizar el gasto público, evitar dispendios y un paso en ello será claramente el acabar con este tipo de Fundaciones creadas y gestionadas con carácter político y contrarias a los intereses de la ciudadanía en general y de la leonesa en particular.
En cualquier época se hace necesario evitar dilapidar el dinero público pero esa exigencia es aún mayor en la época en que vivimos. No se puede demandar a la ciudadanía esfuerzos vía aumento de impuestos o reducción de los servicios públicos mientras contempla que desde la administración no se controlan sus gastos. Es desde la ejemplaridad en la austeridad cuando se puede solicitar de otros que te apoyen en la lucha de tratar de mejorar nuestras infraestructuras económicas vía reducción del déficit.
Un ejemplo de cómo el dinero que se recauda luego se tira por la borda son las Fundaciones que ha creado la Junta de Castilla y León. Es el caso de la Fundación Villalar que se lleva en su presupuesto la nada despreciable cifra de 1.240.000 euros. ¿Qué recibe la ciudadanía a cambio?, la mejor respuesta sería que los leoneses no recibimos nada, pero claro esto sería demasiado benévolo. Con ese dinero que se recauda con el esfuerzo de todos la Junta financia proyectos que atentan directamente a la identidad, la cultura y la economía leonesa. ¿Qué para eso conviene inventarse una historia sin base científica alguna? Pues se hace que para eso tenemos 1.240.000 euros. ¿Qué eso puede incidir en que la ciudadanía cuente con menos servicios en transportes o en sanidad? ¿Qué vendría muy bien ese dinero para mantener a equipos tan representativos de sus ciudades como Zamora, Ademar...?. Nada, bagatelas, nosotros hacemos y editamos un comic que luego distribuimos a modo de propaganda para que los escolares aprendan la historia que nosotros queremos. Vamos que si hay que decir que en la prehistoria ya existía Castilla y León se dice, que si hay que afirmar que todos estamos contentos con una autonomía que fue asumida por la ciudadanía leonesa pues se pone en el papel, que para eso se paga. Claro la mentira necesita más esfuerzos de difusión que la verdad, más que nada exige “esfuerzo creativo”. ¿No estamos por la creatividad y la innovación pues la aplicamos a la historia? Estos de la Fundación-Fundición Villalar deben pensar que es demasiado aburrido contar las cosas que sucedieron en el pasado y que es mucho “más güai” inventarlas. Claro que en esa invención arriman demasiado el ascua a su sardina y se les nota demasiado.
Otra de estas creaciones de la Junta es la Fundación Siglo. La misma está dotada nada menos que con 23 millones de euros y cuenta con unos 150 empleos. Entre sus méritos está el haber conseguido cargarse la gestión del MUSAC. Este museo había alcanzado una cota de prestigio importante en toda España y las referencias al mismo han sido frecuentes en muchos medios de comunicación y facultades de Bellas Artes del país. Bueno pues está Fundación consigue que dimita la directora del Musac. ¿Un caso aislado? Ya, pero es que a continuación dimite todo su equipo directivo y parece encuentran dificultades para sustituirlo. No es tema de dinero sino que parece que vuelve a darse una injerencia política en la gestión de está institución. ¿Acaso no hemos tenido suficiente con el papel que han jugado los políticos en la gestión de las Cajas de Ahorro? No es casual que en la promoción de las Edades del Hombre se haga en base al slogan “25 años construyendo identidad”. ¿Cuánto nos está costando el crear esa identidad castellano-leonesa que quieren? ¿Con que medios contamos para evitar esa invasión cultural y económica?
Otro caso es la marca “Tierra de Sabor”. En este caso no es una fundación pero en bastantes cosas tiene similitudes. Vayan y entren en internet para ver su página. En ella podrán ver tres referencias centrales, el vino de Ribera de Duero, Pedraza y el “queso castellano”. Vamos ni rastro de cualquier referencia a los productos leoneses. Es decir con el dinero de los leoneses se promociona el vino de Ribera de Duero (Bierzo, Prieto Picudo no existen) o el queso de Castilla (al de Zamora, León o Salamanca se les da la alternativa o que se vendan como castellanos o se les quita de cualquier tipo de promoción). Las referencias a la “tierra castellana” son constantes en toda la página. Los leoneses contamos en la misma sólo para pagar con nuestros impuestos algo que lo mejor que se podría decir es que es inútil. En “Tierra de Sabor” se promociona con dinero público el “León no existe” y el “todo es Castilla”. Sin embargo en ello hay también el reconocimiento de la dificultad de vender algo como “Castilla y León”. No es una buena marca comercial el vino “castellano-leonés” o el “queso castellano-leonés”. Ante su dificultad para reconocer que en está autonomía existen dos regiones los de “Tierra de Sabor” optan sencillamente por unificar todo como Castilla. Supongo que a la gran mayoría de las personas les resulta indiferente que un producto venga o no con la marca "Tierra de sabor", pero es que esa indiferencia cuesta mucho dinero. Por otro lado es cuestionable que sean más los que compran por tener un producto que los que lo rechazan por tenerla, algo que deberían tener en cuenta aquellos que ponen está marca en sus productos.
Pues miren sí, pienso que estas y otras Fundaciones son fundamentalmente “fundiciones de dinero público”. Se dilapida el dinero para conseguir unos objetivos meramente políticos. En algún caso es casi como dar dinero a alguien para que adquiera el instrumental necesario para que luego pueda atracarte. Vamos una delicia.
Es necesario racionalizar el gasto público, evitar dispendios y un paso en ello será claramente el acabar con este tipo de Fundaciones creadas y gestionadas con carácter político y contrarias a los intereses de la ciudadanía en general y de la leonesa en particular.
lunes, 26 de noviembre de 2012
Razones de Estado de Martín Villa
Por David Díez Llamas, Sociólogo
El Estado de las autonomías actual nace bajo el impulso del entonces ministro de Administración Territorial por UCD Rodolfo Martín Villa. En su concepción este ministro trataba de contraponer a los nacionalismos periféricos un centro fuerte. Diríamos que este Estado lo diseña alguien que no cree en su propio proyecto y al que las circunstancias obligan a actuar. La Región Leonesa fue sacrificada a un plan en el que ni siquiera los propios dirigentes del entonces partido gobernante creían. Lo decía con toda claridad el que era portavoz del partido centrista en el Ayuntamiento de Ponferrada, Luis Soto Pérez: «el sentimiento, la aspiración de todos los componentes de la Diputación, así como la mayoría de mujeres y hombres de El Bierzo, era optar por León solo, lo que así se manifestó en una encuesta realizada en los ayuntamientos».
Los motivos por los que se obraba en abierta oposición a lo que era su voluntad y la de la ciudadanía, también los exponía con claridad: «Nuestro presidente provincial del partido (es decir Martín Villa) que en aquel momento tenía bajo su responsabilidad llevar a cabo el mapa autonómico de España llegó a la conclusión de que si proliferaban para lo sucesivo los entes autonómicos demasiado, llegaría el momento que en el Congreso de los Diputados habría más diputados que intentarían defender los intereses particulares de cada una de las zonas que los intereses de Estado en su generalidad, de ahí su gran, sublime idea de atajar en parte todo aquello que se veía casi seguro».
Siguiendo con su argumentación Luis Soto Pérez concluía afirmando que efectivamente con ese diseño del mapa de las autonomías Martín Villa «efectivamente atajó y consiguió consolidar un Estado que a la hora de la verdad nos lo ha puesto de manifiesto las elecciones generales (se refiere a las de 1982) en las cuales los partidos que derivaban de los entes autonómicos empezaron a perder fuerza y lo que adquirió fuerza fueron los de ámbito nacional».
Cuando ahora mismo hay una seria amenaza en Cataluña de establecer mecanismos para independizarse de España me gustaría conocer la opinión de Martín Villa y de todos aquellos que apoyaron su tesis. Sus razones de Estado no es que sólo fueran injustas sacrificando la Región Leonesa en aras de un supuesto bien común del conjunto de España, es que se han mostrado con el tiempo absolutamente ineficaces.
Los que somos y nos sentimos españoles nos oponemos abiertamente a proyectos como el auspiciado por el Sr. Mas que entendemos busca enmascarar sus problemas de gestión con una cortina de humo que traslade las culpas a otros territorios. No deja de ser sorprendente que partidos que se dicen de izquierdas y que teóricamente deben tener la solidaridad como un valor central apoyen iniciativas al grito de «mi dinero es mío».
A aquellos que hablan de la gran manifestación de la Diada catalana habría que recordarles que proporcionalmente fue mucho mayor la manifestación leonesista del 5 de mayo de 1984 (que vino a concentrar al 48% del total de residentes en el área metropolitana de León, mientras que en la de la Diada ese porcentaje fue del 33% de los residentes del área metropolitana de Barcelona)
Si hoy ha quedado fuera de toda duda que el proyecto auspiciado por Martín Villa ha contribuido a disgregar España (más que a cohesionarla como pretendía) y ha empobrecido social y económicamente a la Región Leonesa, entonces habrá que hacer algo para cambiarlo.
Ese camino hacia la rectificación es difícil (ya se sabe que rectificar es de sabios) pero también necesario. En nuestra opinión el mismo pasa por recuperar el modelo leonés de España. Este modelo se basa en el principio de «unidad en la pluralidad». Ello pasa por la asunción de que todos los territorios del Estado forma una unidad, pero también que esa unidad es plural y no uniforme.
El Estado de las autonomías actual nace bajo el impulso del entonces ministro de Administración Territorial por UCD Rodolfo Martín Villa. En su concepción este ministro trataba de contraponer a los nacionalismos periféricos un centro fuerte. Diríamos que este Estado lo diseña alguien que no cree en su propio proyecto y al que las circunstancias obligan a actuar. La Región Leonesa fue sacrificada a un plan en el que ni siquiera los propios dirigentes del entonces partido gobernante creían. Lo decía con toda claridad el que era portavoz del partido centrista en el Ayuntamiento de Ponferrada, Luis Soto Pérez: «el sentimiento, la aspiración de todos los componentes de la Diputación, así como la mayoría de mujeres y hombres de El Bierzo, era optar por León solo, lo que así se manifestó en una encuesta realizada en los ayuntamientos».
Los motivos por los que se obraba en abierta oposición a lo que era su voluntad y la de la ciudadanía, también los exponía con claridad: «Nuestro presidente provincial del partido (es decir Martín Villa) que en aquel momento tenía bajo su responsabilidad llevar a cabo el mapa autonómico de España llegó a la conclusión de que si proliferaban para lo sucesivo los entes autonómicos demasiado, llegaría el momento que en el Congreso de los Diputados habría más diputados que intentarían defender los intereses particulares de cada una de las zonas que los intereses de Estado en su generalidad, de ahí su gran, sublime idea de atajar en parte todo aquello que se veía casi seguro».
Siguiendo con su argumentación Luis Soto Pérez concluía afirmando que efectivamente con ese diseño del mapa de las autonomías Martín Villa «efectivamente atajó y consiguió consolidar un Estado que a la hora de la verdad nos lo ha puesto de manifiesto las elecciones generales (se refiere a las de 1982) en las cuales los partidos que derivaban de los entes autonómicos empezaron a perder fuerza y lo que adquirió fuerza fueron los de ámbito nacional».
Cuando ahora mismo hay una seria amenaza en Cataluña de establecer mecanismos para independizarse de España me gustaría conocer la opinión de Martín Villa y de todos aquellos que apoyaron su tesis. Sus razones de Estado no es que sólo fueran injustas sacrificando la Región Leonesa en aras de un supuesto bien común del conjunto de España, es que se han mostrado con el tiempo absolutamente ineficaces.
Los que somos y nos sentimos españoles nos oponemos abiertamente a proyectos como el auspiciado por el Sr. Mas que entendemos busca enmascarar sus problemas de gestión con una cortina de humo que traslade las culpas a otros territorios. No deja de ser sorprendente que partidos que se dicen de izquierdas y que teóricamente deben tener la solidaridad como un valor central apoyen iniciativas al grito de «mi dinero es mío».
A aquellos que hablan de la gran manifestación de la Diada catalana habría que recordarles que proporcionalmente fue mucho mayor la manifestación leonesista del 5 de mayo de 1984 (que vino a concentrar al 48% del total de residentes en el área metropolitana de León, mientras que en la de la Diada ese porcentaje fue del 33% de los residentes del área metropolitana de Barcelona)
Si hoy ha quedado fuera de toda duda que el proyecto auspiciado por Martín Villa ha contribuido a disgregar España (más que a cohesionarla como pretendía) y ha empobrecido social y económicamente a la Región Leonesa, entonces habrá que hacer algo para cambiarlo.
Ese camino hacia la rectificación es difícil (ya se sabe que rectificar es de sabios) pero también necesario. En nuestra opinión el mismo pasa por recuperar el modelo leonés de España. Este modelo se basa en el principio de «unidad en la pluralidad». Ello pasa por la asunción de que todos los territorios del Estado forma una unidad, pero también que esa unidad es plural y no uniforme.
jueves, 13 de septiembre de 2012
El fracaso del modelo Martín Villa
Por David Díez Llamas, Doctor en Sociología
Si algo podemos afirmar en estos momentos es que el modelo de Estado Autonómico planteado en su momento por MartÍn Villa ha resultado un fracaso.
Los motivos por los que justificamos está afirmación son varios. En primer lugar hay que tener en cuenta que lo que impulsó la creación de este estado de las autonomías fue el crear un «centro fuerte» que actuase a modo de dique contra los nacionalismos periféricos. Con ello se justificó la creación de la autonomía de Castilla y León imponiendo su criterio a los propios correligionarios de su partido.
Hoy sin embargo los distintos nacionalismos periféricos llegan a los 36 escaños en las Cortes generales frente a los 24 que se habían dado en el inicio de este proceso en 1977. Es decir el objetivo que se pretendía cumplir no sólo no se alcanzó sino que incluso aumento el peso de las fuerzas nacionalistas. Habría aquí que recordar que cuando se suman tres peras y seis manzanas no se puede decir que el resultado sea nueve.
También se puede hablar de un fracaso económico de este modelo, que la crisis actual se ha encargado de subrayar. Contra lo que algunos han tratado de mantener durante muchos años, el éxito económico no depende de la dimensión territorial o de población de una autonomía.
Así hoy es una completa evidencia que Navarra es una de las autonomías que mejores índices económicos presenta frente a otras como la Comunidad Valenciana o Castilla-La Mancha con graves problemas financieros. Aquello de que la Región Leonesa no podía constituirse en autonomía por su falta de recursos económicos se cae por su propio peso. No se puede vincular «mayor tamaño» con «mayores recursos» sino miren a Luxemburgo y su posición frente a la crisis actual.
Será entonces un problema de la capacidad de gestión de los propios recursos, algo en lo que parece que no han tenido especial éxito los dirigentes de este estado autonómico.
Otro ejemplo más podría ser Cantabria que en los inicios del Estado de las Autonomías su coeficiente de referencia frente a otras regiones de Europa se situaba por debajo (97) y ahora lo supera (103).
No creo que sea un problema del modelo de estado. Alemania, que es un referente económico claro en estos momentos, no hay que olvidar que es una República Federal y que la primera potencia mundial se llama Estados Unidos. Entonces no es tanto un problema del «modelo» como de la forma en que Martín Villa configuro el Estado de las autonomías y se gestiono posteriormente.
En todo caso ha quedado claro que lo que no se puede hacer es crear entes artificiales sin apoyo social y sin una base histórica y geográfica suficiente. Castilla y León es una construcción creada por una élite política que perseguía unos determinados objetivos que hoy claramente se han visto no se han podido cumplir. La racionalización de la gestión mejor de los recursos nos llevaría a la reorganización de las estructuras del Estado y con ello a la supresión de aquellas autonomías que fueron creadas al capricho o con el criterio exclusivo de la persona que ocupaba en aquel momento el poder. Este sería el caso de la actual Junta de Castilla y León.
No deja de ser triste que desde lo que es el paradigma de la ineficacia y la ostentación se promueva la supresión de las Juntas Vecinales. No es simplemente la historia la que las ampara es su propio funcionamiento actual. Habrá pocas instituciones que gestionen con mayor eficacia los recursos de los que puedan disponer. Sólo desde la ignorancia se puede plantear esa medida como un ahorro de recursos. ¿En qué cabeza cabe pensar que las tareas que desarrollan las juntas vecinales se puedan hacer dedicando menos recursos? Las juntas vecinales cuentan con sus propios recursos que se extienden por el conjunto de la Región Leonesa. Son además un ejemplo de funcionamiento democrático tanto en lo que es la elección como en las diferentes tomas de decisiones. Además cuentan con un amplia base social y de reconocimiento de los pueblos en los que se implican.
Podemos decir que la organización del Estado podría venir tanto desde el plano autonómico como municipal. Es posible que sea necesario agrupar servicios municipales formando mancomunidades que ayuden a abaratar costes. Sin embargo el camino no creo que pase por la supresión de las diputaciones o las juntas vecinales.
Los errores no caducan y es necesario reconocerlos como tales. Luego hay que tener la valentía suficiente para rectificar. No puede ser que se siga manteniendo una organización que ha llevado a la depauperación económica y cultural de la Región Leonesa.
Es posible que la crisis económica en la que estamos demande entre otras muchas cosas una reorganización de la estructuras territoriales. Esperamos que al menos en este caso se haga teniendo en cuenta la opinión y el bienestar de la ciudadanía. El modelo auspiciado por unas élites políticas es claro que ha fracasado y no es caso de volver a repetir errores.
Si algo podemos afirmar en estos momentos es que el modelo de Estado Autonómico planteado en su momento por MartÍn Villa ha resultado un fracaso.
Los motivos por los que justificamos está afirmación son varios. En primer lugar hay que tener en cuenta que lo que impulsó la creación de este estado de las autonomías fue el crear un «centro fuerte» que actuase a modo de dique contra los nacionalismos periféricos. Con ello se justificó la creación de la autonomía de Castilla y León imponiendo su criterio a los propios correligionarios de su partido.
Hoy sin embargo los distintos nacionalismos periféricos llegan a los 36 escaños en las Cortes generales frente a los 24 que se habían dado en el inicio de este proceso en 1977. Es decir el objetivo que se pretendía cumplir no sólo no se alcanzó sino que incluso aumento el peso de las fuerzas nacionalistas. Habría aquí que recordar que cuando se suman tres peras y seis manzanas no se puede decir que el resultado sea nueve.
También se puede hablar de un fracaso económico de este modelo, que la crisis actual se ha encargado de subrayar. Contra lo que algunos han tratado de mantener durante muchos años, el éxito económico no depende de la dimensión territorial o de población de una autonomía.
Así hoy es una completa evidencia que Navarra es una de las autonomías que mejores índices económicos presenta frente a otras como la Comunidad Valenciana o Castilla-La Mancha con graves problemas financieros. Aquello de que la Región Leonesa no podía constituirse en autonomía por su falta de recursos económicos se cae por su propio peso. No se puede vincular «mayor tamaño» con «mayores recursos» sino miren a Luxemburgo y su posición frente a la crisis actual.
Será entonces un problema de la capacidad de gestión de los propios recursos, algo en lo que parece que no han tenido especial éxito los dirigentes de este estado autonómico.
Otro ejemplo más podría ser Cantabria que en los inicios del Estado de las Autonomías su coeficiente de referencia frente a otras regiones de Europa se situaba por debajo (97) y ahora lo supera (103).
No creo que sea un problema del modelo de estado. Alemania, que es un referente económico claro en estos momentos, no hay que olvidar que es una República Federal y que la primera potencia mundial se llama Estados Unidos. Entonces no es tanto un problema del «modelo» como de la forma en que Martín Villa configuro el Estado de las autonomías y se gestiono posteriormente.
En todo caso ha quedado claro que lo que no se puede hacer es crear entes artificiales sin apoyo social y sin una base histórica y geográfica suficiente. Castilla y León es una construcción creada por una élite política que perseguía unos determinados objetivos que hoy claramente se han visto no se han podido cumplir. La racionalización de la gestión mejor de los recursos nos llevaría a la reorganización de las estructuras del Estado y con ello a la supresión de aquellas autonomías que fueron creadas al capricho o con el criterio exclusivo de la persona que ocupaba en aquel momento el poder. Este sería el caso de la actual Junta de Castilla y León.
No deja de ser triste que desde lo que es el paradigma de la ineficacia y la ostentación se promueva la supresión de las Juntas Vecinales. No es simplemente la historia la que las ampara es su propio funcionamiento actual. Habrá pocas instituciones que gestionen con mayor eficacia los recursos de los que puedan disponer. Sólo desde la ignorancia se puede plantear esa medida como un ahorro de recursos. ¿En qué cabeza cabe pensar que las tareas que desarrollan las juntas vecinales se puedan hacer dedicando menos recursos? Las juntas vecinales cuentan con sus propios recursos que se extienden por el conjunto de la Región Leonesa. Son además un ejemplo de funcionamiento democrático tanto en lo que es la elección como en las diferentes tomas de decisiones. Además cuentan con un amplia base social y de reconocimiento de los pueblos en los que se implican.
Podemos decir que la organización del Estado podría venir tanto desde el plano autonómico como municipal. Es posible que sea necesario agrupar servicios municipales formando mancomunidades que ayuden a abaratar costes. Sin embargo el camino no creo que pase por la supresión de las diputaciones o las juntas vecinales.
Los errores no caducan y es necesario reconocerlos como tales. Luego hay que tener la valentía suficiente para rectificar. No puede ser que se siga manteniendo una organización que ha llevado a la depauperación económica y cultural de la Región Leonesa.
Es posible que la crisis económica en la que estamos demande entre otras muchas cosas una reorganización de la estructuras territoriales. Esperamos que al menos en este caso se haga teniendo en cuenta la opinión y el bienestar de la ciudadanía. El modelo auspiciado por unas élites políticas es claro que ha fracasado y no es caso de volver a repetir errores.
miércoles, 9 de mayo de 2012
Castilla y León ¿Para qué?
Por David Díez Llamas, Sociólogo
Vamos a ver si entiendo lo que nos proponen. Por un lado nos dicen, los recursos públicos los destinamos a que el aeropuerto de Valladolid adquiera relevancia y tenga el mayor número de servicios posibles. Claro, pero como tenemos poco dinero, tenemos que quitarlo a otros aeropuertos y concentrar esas ayudas en el de la «capital autonómica» (real aunque no se muy bien si oficial).
Vale, pero ni aún con eso conseguimos que el citado aeropuerto funcione. Necesitamos que se nutra de los viajeros de otras provincias para que lo alimenten con sus viajes. Entonces se suprimen vuelos en otros aeropuertos para que esos viajeros se tengan que desplazar a Valladolid.
Ocurre entonces que los viajeros leoneses se ven obligados a sustentar ese aeropuerto por una doble vía, por un lado con sus impuestos y por otra con los viajes que tengan que hacer desde ese aeropuerto. Claro a alguno hasta le parece un poco raro que con su dinero se le quiten servicios y se le haga desplazar bastantes kilómetros para coger vuelos que antes podían coger mucho más cerca. Es decir su dinero no sólo no sirve para mejorar sus condiciones de vida sino para perjudicarla. Claro, hasta hemos encontrado ciudadanos que esto no les gusta.
Alguno podría decir bueno, es que por razones técnicas es mejor utilizar el aeropuerto de Valladolid. Ya, pero es que resulta que el mismo se sitúa en una población que se llama Villanubla y cuando vas por la carretera tienes que dar un super rodeo que para más quisieran muchos norteamericanos con los suyos. Dices, pues por lo menos el nuestro se encomienda a la Virgen del Camino. No sé, yo creo que puestos a elegir entre la «nubla» y «la Virgen» la cosa no tiene color.
Sin embargo no acaba ahí la cosa. Dinero, viajeros... ¿No tienen suficiente? Pues no. Ahora van y nos dicen que claro sostener este estado de las autonomías es muy costoso y que el déficit del Estado viene en buena medida causado por está organización ineficiente. Oiga y que eso lo dice el partido que gobierna, que es mismo que lo hace en la autonomía de Castilla y León. Claro cuando uno ve el edificio de la Junta en las Eras, puede pensar que sí, que efectivamente eso debe costar mucho levantarlo y mantenerlo.
Como no hay dinero hay que elegir entre mantener está estructura autonómica o recortar diferentes servicios, incluso aquellos que pudieran considerarse que tienen un carácter básico como educación o sanidad.
Entonces el ciudadanos leonés que paga con sus impuestos el aeropuerto de Valladolid, que luego le quieren obligar a coger vuelos en Villanubla y que después de todo eso ve recortados sus servicios básicos para mantener ese artificio autonómico se pregunta ¿Para qué Castilla y León? Si además comprueban que este montaje fue algo que se hizo sin contar con los leoneses y que carece del respaldo de la propia Diputación Provincial (por 20 votos a 4), pues hasta se puede llegar a oponer a este montaje. Le da ya igual que le llamen provinciano, insolidario o zarandajas varias.
Incluso podemos encontrar ciudadanos democráticamente enfadados. Llegados a este punto pueden demandar «cerrar el kiosco» y que sus impuestos sirvan para mejorar sus condiciones de vida pero no para degradarla o para sostener «castillos en el aire». Y que quieren que les diga, pero a mi me parece muy razonable ese modo de pensar.
Vamos a ver si entiendo lo que nos proponen. Por un lado nos dicen, los recursos públicos los destinamos a que el aeropuerto de Valladolid adquiera relevancia y tenga el mayor número de servicios posibles. Claro, pero como tenemos poco dinero, tenemos que quitarlo a otros aeropuertos y concentrar esas ayudas en el de la «capital autonómica» (real aunque no se muy bien si oficial).
Vale, pero ni aún con eso conseguimos que el citado aeropuerto funcione. Necesitamos que se nutra de los viajeros de otras provincias para que lo alimenten con sus viajes. Entonces se suprimen vuelos en otros aeropuertos para que esos viajeros se tengan que desplazar a Valladolid.
Ocurre entonces que los viajeros leoneses se ven obligados a sustentar ese aeropuerto por una doble vía, por un lado con sus impuestos y por otra con los viajes que tengan que hacer desde ese aeropuerto. Claro a alguno hasta le parece un poco raro que con su dinero se le quiten servicios y se le haga desplazar bastantes kilómetros para coger vuelos que antes podían coger mucho más cerca. Es decir su dinero no sólo no sirve para mejorar sus condiciones de vida sino para perjudicarla. Claro, hasta hemos encontrado ciudadanos que esto no les gusta.
Alguno podría decir bueno, es que por razones técnicas es mejor utilizar el aeropuerto de Valladolid. Ya, pero es que resulta que el mismo se sitúa en una población que se llama Villanubla y cuando vas por la carretera tienes que dar un super rodeo que para más quisieran muchos norteamericanos con los suyos. Dices, pues por lo menos el nuestro se encomienda a la Virgen del Camino. No sé, yo creo que puestos a elegir entre la «nubla» y «la Virgen» la cosa no tiene color.
Sin embargo no acaba ahí la cosa. Dinero, viajeros... ¿No tienen suficiente? Pues no. Ahora van y nos dicen que claro sostener este estado de las autonomías es muy costoso y que el déficit del Estado viene en buena medida causado por está organización ineficiente. Oiga y que eso lo dice el partido que gobierna, que es mismo que lo hace en la autonomía de Castilla y León. Claro cuando uno ve el edificio de la Junta en las Eras, puede pensar que sí, que efectivamente eso debe costar mucho levantarlo y mantenerlo.
Como no hay dinero hay que elegir entre mantener está estructura autonómica o recortar diferentes servicios, incluso aquellos que pudieran considerarse que tienen un carácter básico como educación o sanidad.
Entonces el ciudadanos leonés que paga con sus impuestos el aeropuerto de Valladolid, que luego le quieren obligar a coger vuelos en Villanubla y que después de todo eso ve recortados sus servicios básicos para mantener ese artificio autonómico se pregunta ¿Para qué Castilla y León? Si además comprueban que este montaje fue algo que se hizo sin contar con los leoneses y que carece del respaldo de la propia Diputación Provincial (por 20 votos a 4), pues hasta se puede llegar a oponer a este montaje. Le da ya igual que le llamen provinciano, insolidario o zarandajas varias.
Incluso podemos encontrar ciudadanos democráticamente enfadados. Llegados a este punto pueden demandar «cerrar el kiosco» y que sus impuestos sirvan para mejorar sus condiciones de vida pero no para degradarla o para sostener «castillos en el aire». Y que quieren que les diga, pero a mi me parece muy razonable ese modo de pensar.
miércoles, 26 de enero de 2011
Vellido Dolfos, memoria histórica y Wikileaks
Publicamos íntegro, tal y como fue enviado por el autor para su publicación en Diario de León, con la salvedad de que tanto las palabras "y Wikileaks" del título como el párrafo que resaltamos en verde, "desaparecieron misteriosamente" en la publicación del citado periódico de 25 de Enero (http://www.diariodeleon.es/noticias/noticia.asp?pkid=580133). Las preguntas eliminadas nos parecen de la suficiente enjundia como para que todos las conozcamos.
Por David Díez Llamas Sociólogo
Vivimos una época en que el apelativo “histórico” parece haber empequeñecido y se utiliza únicamente para aquellos acontecimientos que han ocurrido no más allá del último siglo. Así la ley de la Memoria Histórica impulsada por el actual gobierno tiene como referente único los sucesos de la última guerra civil, lo que haya ocurrido previo a ese enfrentamiento parece que no cuenta. Lo mismo cabría decir cuando se utiliza el apelativo referido a las llamadas Comunidades Históricas cuya aportación “histórica” se mide en lo acontecido en el último siglo. Así es menos “Histórico” El Reino de Aragón que los Condados Catalanes (por ejemplo). Algunos, como al Reino de León con 1.100 años de historia, ni siquiera se le reconoce el derecho a ser una de las Comunidades Autónomas de España. A los leoneses se nos ha impuesto un marco autonómico contrario a la nuestra voluntad y se ha hecho de un modo antidemocrático.
Nos detendremos en este artículo en “la memoria histórica de Vellido Dolfos y la Jura de Santa Gadea”. Son ejemplos claros de que mentiras repetidas muchas veces y que se trasmiten socialmente como verdades.
Pongámonos en situación. A la muerte de Fernando I y siguiendo la ley Navarra decide repartir el Reino entre sus hijos. A Sancho le otorga el Condado de Castilla elevándolo a categoría de Reino. A Alfonso, que las crónicas le atribuyen la condición de favorito de su padre, le da el Reino de León que llevaba incorporado el título de emperador. A García le concede Galicia, a Urraca Zamora y a Elvira Toro.
Sin embargo ese reparto no satisfizo a Sancho (considerado el primer rey de Castilla) por cuanto consideraba que al ser el primogénito es a él al que debían corresponder todos esos reinos. Por lo cuál inicia hostilidades contra sus hermanos García en Galicia y Alfonso como Rey de León. En esa situación el ejército de Sancho, al mando de su brazo derecho el Cid Campeador, derrota al ejército leonés en la batalla de Golpejara en 1.072, encarcelando a su hermano Alfonso. Este posteriormente se exilia con el que sería el fundador de Valladolid, Pedro Ansurez en el Reino de Toledo.
Siguiendo en su ambicioso proceso Sancho II de Castilla se dirige hacia la ciudad de Zamora gobernada por su hermana Doña Urraca. Rodea la ciudad y la somete a un asedio. En esas circunstancias un caballero leonés Vellido Dolfos abandona la ciudad y mata al rey que la asediaba, a Sancho II de Castilla. Como consecuencia de ese acto la ciudad de Zamora se ve liberada del asedio al que estaba sometida.
Estos hechos están reconocidos como tales por los diferentes historiadores. Creo que más allá de temas muy puntuales aquello que he relatado no es hoy en día objeto de discusión. Sin embargo durante siglos, a Vellido Dolfos se le ha unido la figura de “traidor”. La base de ello ha sido la propaganda de la época que difunde uno de los bandos en guerra y que tenía forma de cantares de gesta (¿no les recuerda a algo tan actual como las filtraciones que se han difundido por Wikileaks sobre las guerras de Estados Unidos?). Esas falsedades se recogen incluso en el disco de Amancio Prada sobre los romances y canciones desde el Reino de León recientemente editado con motivo del 1.100 aniversario. En el mismo podemos escuchar el “Romance del Rey Sancho” o del “Cerco de Zamora” en el que se da cuenta de Vellido Dolfos como un “traidor”. Ahora que estamos en tiempos de “recuperar la memoria histórica” sería conveniente restituirsela a Vellido Dolfos. ¿De verdad puede considerarse traidor a aquel que libera a su ciudad de un asedio? ¿En serio puede creerse que los asediados califiquen como traidor a su liberador? ¿Como es posible que en un disco que se hace en conmemoración del 1.100 aniversario del Reino de León se continué promoviendo la condición de traidor de Vellido Dolfos?
En Zamora recientemente ya se han dado pasos para cambiar esa interpretación claramente falsa de la historia. De este modo la puerta por la que supuestamente Vellido Dolfos vuelve a la ciudad y que fue conocida por “Puerta de la Traición” durante muchos años, hoy el Ayuntamiento de esa ciudad ha cambiado esa denominación por la de “Puerta de la Lealtad”.
Siguiendo con esas mentiras mil veces repetidas que se tienden a interpretar como verdades llegamos a la “Jura de Santa Gadea”. Esa propaganda (que antes como ahora se utiliza como “arma de guerra”) difunde la idea de que el Cid Campeador obliga a Alfonso VI Rey de León, a jurar que no tenía nada que ver en la muerte de Sancho II a manos de Vellido Dolfos. En la historiografía moderna hoy nadie pone en duda que este hecho nunca tuvo lugar y que es uno de tantos mitos creados por los Cantares de Gesta Castellanos al objeto de promover el apoyo social de aquellos que resultan vencedores. Sin embargo ello no es óbice para que la mentira se difunda y así la película El Cid rodada en el año 1.961 recoge esta versión de un Cid que obliga a su Rey a ese juramento. Alguien tan poco sospechoso de “leonesista” como uno de los principales impulsores de la Alianza Regionalista Castellano-Leonesa (ARCL), Gonzalo Martínez Díez afirma en su libro “El Cid Histórico” sobre la Jura de Santa Gadea “Se trata de una bellísima y poética escenificación carente de cualquier base histórica o documental. No precisaba Alfonso VI de ningún juramento solemne ni de ninguna nueva proclamación en Burgos”.
Se hace necesario que la verdad no sólo se recoja a nivel de libros, de tratados o en el ámbito universitario. Hemos de conseguir que ese reconocimiento se extienda al conjunto del medio social. No podemos seguir permitiendo que se admitan como verdades, mentiras mil veces repetidas.
Por David Díez Llamas Sociólogo
Vivimos una época en que el apelativo “histórico” parece haber empequeñecido y se utiliza únicamente para aquellos acontecimientos que han ocurrido no más allá del último siglo. Así la ley de la Memoria Histórica impulsada por el actual gobierno tiene como referente único los sucesos de la última guerra civil, lo que haya ocurrido previo a ese enfrentamiento parece que no cuenta. Lo mismo cabría decir cuando se utiliza el apelativo referido a las llamadas Comunidades Históricas cuya aportación “histórica” se mide en lo acontecido en el último siglo. Así es menos “Histórico” El Reino de Aragón que los Condados Catalanes (por ejemplo). Algunos, como al Reino de León con 1.100 años de historia, ni siquiera se le reconoce el derecho a ser una de las Comunidades Autónomas de España. A los leoneses se nos ha impuesto un marco autonómico contrario a la nuestra voluntad y se ha hecho de un modo antidemocrático.
Nos detendremos en este artículo en “la memoria histórica de Vellido Dolfos y la Jura de Santa Gadea”. Son ejemplos claros de que mentiras repetidas muchas veces y que se trasmiten socialmente como verdades.
Pongámonos en situación. A la muerte de Fernando I y siguiendo la ley Navarra decide repartir el Reino entre sus hijos. A Sancho le otorga el Condado de Castilla elevándolo a categoría de Reino. A Alfonso, que las crónicas le atribuyen la condición de favorito de su padre, le da el Reino de León que llevaba incorporado el título de emperador. A García le concede Galicia, a Urraca Zamora y a Elvira Toro.
Sin embargo ese reparto no satisfizo a Sancho (considerado el primer rey de Castilla) por cuanto consideraba que al ser el primogénito es a él al que debían corresponder todos esos reinos. Por lo cuál inicia hostilidades contra sus hermanos García en Galicia y Alfonso como Rey de León. En esa situación el ejército de Sancho, al mando de su brazo derecho el Cid Campeador, derrota al ejército leonés en la batalla de Golpejara en 1.072, encarcelando a su hermano Alfonso. Este posteriormente se exilia con el que sería el fundador de Valladolid, Pedro Ansurez en el Reino de Toledo.
Siguiendo en su ambicioso proceso Sancho II de Castilla se dirige hacia la ciudad de Zamora gobernada por su hermana Doña Urraca. Rodea la ciudad y la somete a un asedio. En esas circunstancias un caballero leonés Vellido Dolfos abandona la ciudad y mata al rey que la asediaba, a Sancho II de Castilla. Como consecuencia de ese acto la ciudad de Zamora se ve liberada del asedio al que estaba sometida.
Estos hechos están reconocidos como tales por los diferentes historiadores. Creo que más allá de temas muy puntuales aquello que he relatado no es hoy en día objeto de discusión. Sin embargo durante siglos, a Vellido Dolfos se le ha unido la figura de “traidor”. La base de ello ha sido la propaganda de la época que difunde uno de los bandos en guerra y que tenía forma de cantares de gesta (¿no les recuerda a algo tan actual como las filtraciones que se han difundido por Wikileaks sobre las guerras de Estados Unidos?). Esas falsedades se recogen incluso en el disco de Amancio Prada sobre los romances y canciones desde el Reino de León recientemente editado con motivo del 1.100 aniversario. En el mismo podemos escuchar el “Romance del Rey Sancho” o del “Cerco de Zamora” en el que se da cuenta de Vellido Dolfos como un “traidor”. Ahora que estamos en tiempos de “recuperar la memoria histórica” sería conveniente restituirsela a Vellido Dolfos. ¿De verdad puede considerarse traidor a aquel que libera a su ciudad de un asedio? ¿En serio puede creerse que los asediados califiquen como traidor a su liberador? ¿Como es posible que en un disco que se hace en conmemoración del 1.100 aniversario del Reino de León se continué promoviendo la condición de traidor de Vellido Dolfos?
En Zamora recientemente ya se han dado pasos para cambiar esa interpretación claramente falsa de la historia. De este modo la puerta por la que supuestamente Vellido Dolfos vuelve a la ciudad y que fue conocida por “Puerta de la Traición” durante muchos años, hoy el Ayuntamiento de esa ciudad ha cambiado esa denominación por la de “Puerta de la Lealtad”.
Siguiendo con esas mentiras mil veces repetidas que se tienden a interpretar como verdades llegamos a la “Jura de Santa Gadea”. Esa propaganda (que antes como ahora se utiliza como “arma de guerra”) difunde la idea de que el Cid Campeador obliga a Alfonso VI Rey de León, a jurar que no tenía nada que ver en la muerte de Sancho II a manos de Vellido Dolfos. En la historiografía moderna hoy nadie pone en duda que este hecho nunca tuvo lugar y que es uno de tantos mitos creados por los Cantares de Gesta Castellanos al objeto de promover el apoyo social de aquellos que resultan vencedores. Sin embargo ello no es óbice para que la mentira se difunda y así la película El Cid rodada en el año 1.961 recoge esta versión de un Cid que obliga a su Rey a ese juramento. Alguien tan poco sospechoso de “leonesista” como uno de los principales impulsores de la Alianza Regionalista Castellano-Leonesa (ARCL), Gonzalo Martínez Díez afirma en su libro “El Cid Histórico” sobre la Jura de Santa Gadea “Se trata de una bellísima y poética escenificación carente de cualquier base histórica o documental. No precisaba Alfonso VI de ningún juramento solemne ni de ninguna nueva proclamación en Burgos”.
Se hace necesario que la verdad no sólo se recoja a nivel de libros, de tratados o en el ámbito universitario. Hemos de conseguir que ese reconocimiento se extienda al conjunto del medio social. No podemos seguir permitiendo que se admitan como verdades, mentiras mil veces repetidas.
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