viernes, 17 de enero de 2020

Asuntos diferentes

Po Carlos Cabañas Vázquez, Profesor emérito jubilado y escritor

Acabo de dar un paseo por mi ciudad de residencia, muy lejos de la de nacimiento y juventud, con gentes y asuntos completamente diferentes. En el barrio de Lladó me saluda Hasmir el constructor, que charla animadamente en árabe con Raschid y otro hombre que no conozco. Junto a la escuela Papasseit, Mamadou, sentado apaciblemente en un banco al sol de invierno, espera pacientemente su turno para hablar con la profesora de su hijo. Bajo las vías elevadas del tren de cercanías encuentro a Xulien, mi vecino que ha abierto su segundo restaurante chino y un poco más allá, en una de las calles comerciales me saluda mi ex alumno Jaume. Nos llevamos bien, a pesar de que luce un lazo amarillo, pero es de los pocos que lo llevan: Mollet cuenta algo más de cincuenta mil habitantes; de ellos, casi veinte mil son extracomunitarios y otros tantos vinimos de diferentes partes de España hace ya muchos años. Aquí, las manifestaciones mayoritarias son las de jubilados que dejaron muchos sudores y su juventud en los polígonos industriales que rodean el municipio. Ahora están aquí, en la Rambla de Fiveller, el centro de la villa, voceando su reivindicación de los jueves, la mía también. Sí, hay otros asuntos pero nos encontramos a gusto, ya no volveremos más que de vacaciones. A pesar de tantos humos industriales y vivir rodeados por un cinturón de autopistas, tenemos una ciudad verde y florida, con grandes parques y casi tantos miles de árboles como habitantes. Y aquí viven y trabajan o estudian nuestros hijos y nuestros nietos.

De regreso a casa, me llega un mensaje: “los extremeños apoyan la autonomía leonesa”. Últimamente, las redes arden. Yo estoy metido en esto desde hace casi cincuenta años, pero nunca como ahora he recibido tanta correspondencia digital. Alguien quiere una entrevista porque, llevando tantos años en el asunto leonesista y viéndolo desde una perspectiva espacio-temporal tan lejana, seguramente contaré cosas interesantes y hasta sorprendentes. Como que Pujol nos recibió a los de las tres provincias una vez en el Palau de la Generalitat, que en aquella ocasión cenamos con el Govern en pleno y sonaron los himnos de Cataluña y de León o que en el Parador de Benavente fui testigo y parte de que muchos partidos de la transición rechazaban la invención de una comunidad autónoma híbrida. Puedo contar que he charlado con viejas glorias del exilio republicano lamentable pero inexorablemente desaparecidas, respecto a la reivindicación leonesa de Salamanca, Zamora y León. Y que fueron favorables.

Viejo es el tema, sí. Más que yo, según el doctor de Diego y otros que van desvelando antecedentes históricos. Y complejo, porque abarca desde aspectos históricos, culturales, lingüísticos y costumbristas, hasta económicos y sociales. Por eso, los extremeños apoyan la formación de una autonomía leonesa. No puede extrañarnos. Histórica y culturalmente, hasta por razones geográficas, los extremeños tienen tanto que ver con nosotros que seguramente los leoneses somos sus hermanos más próximos. Y económicamente, no digamos. La reactivación de la economía leonesa, tan empobrecida hoy, la moderna reapertura de la Vía de la Plata, contribuiría al desarrollo de Extremadura tanto como al de Salamanca, Zamora y León, e incluso al crecimiento de Asturias y Andalucía occidental. No se puede sacrificar a la población de todo el oeste peninsular en aras de una cuestionable estrategia política. Por eso, las redes arden estos días en torno al tema. Los asuntos del oeste son muy diferentes de los del este. Pero también requieren una solución justa, sea política económica, social o como se quiera denominar, porque se van revelando ciertamente urgentes e imparables.

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