Por Joaquín Cuevas Aller
El año 1983 la región leonesa fue integrada en una autonomía con Castilla para satisfacer el egoísmo de algún político. El egoísmo es uno de los vicios más nefastos de la humanidad por ser contrario al amor, que debe ser la esencia del ser humano. Los que piensan que a la muerte de Franco llegó a España la democracia, se les puede decir que, al menos, a la región leonesa la democracia aún no ha llegado. La base de la democracia es la libertad. Es evidente que los leoneses no hemos tenido libertad pues, no solamente nadie nos consultó si queríamos formar una alianza con la región de Castilla, sino que nos han impuesto dicha alianza en contra de nuestra voluntad.
Cualquier persona que tenga un mínimo de conocimiento de Historia de España sabe que León es una región nacida del Reino de León mientras que Castilla es otra región nacida del Reino de Castilla. Pero claro, como muchos políticos no tienen ni pajolera idea de Historia, ignoran entre otros muchos datos, los dos siguientes: León es la ciudad que más años ha sido capital de España después de Madrid, concretamente 247 (desde el año 910 hasta 1157). El escudo de León es con diferencia el más antiguo de España (algunos historiadores dicen que de Europa) y ocupa un cuarto de espacio en el escudo de España ¿por qué será?
Lo malo no es que algunos políticos no tengan ni pajolera idea de Historia, lo peor es que los políticos han formado la autonomía de Castilla y León con fines egoístas. Todos los pueblos de España son hijos de España, trabajan para si y para el bien común. Todos excepto León, que lo han convertido en un esclavo y, además repelente. El esclavo trabaja para que su dueño se enriquezca con su trabajo. Desde el inicio de la formación de la autonomía, la administración no ha creado ninguna riqueza en la provincia leonesa, que ha quedado como una mera productora de materias primas que proporciona riqueza a otros, y tal ruina en León, que ha originado la mayor emigración de una provincia en la Historia de España.
Esclavo repelente: he aquí algunas pruebas. En el pueblo castellano de Santo Domingo de la Calzada, una de sus tradiciones medievales, aún en pleno vigor, es un juego, que consiste en disparar flechas a una diana, representada por un león. Recientemente en Burgos han publicado un libro titulado Mío Cid en la Tarasca. En este libro aparece un Cid Campeador que, no solamente es el hombre más valiente y el más noble, sino también el más inteligente. Hay una escena donde aparece un enorme dragón con un detalle muy significativo: su cabeza es un león. Este dragón es amigo del mayor «traidor» de la Historia de España, el héroe leonés, Bellido Dolfos, representado por una figura humana sin cara, envuelto en una capa negra como si fuera un fantasma. Esta amistad es descubierta por el muy inteligente Cid, que lucha a muerte con el dragón y, tras una lucha desigual, el Cid da muerte al dragón, atravesándole la cabeza de león con su espada. La propia Junta de Castilla y León ha subvencionado una farsa titulada Historia de Castilla y León. Digo farsa porque nunca existió un Reino con ese nombre. En esta farsa tratan a los más famosos Reyes leoneses como Ramiro II, Alfonso VI o Alfonso IX como seres depravados, insolentes, chulescos, mientras que ciertos personajes castellanos, como Fernán González, el Cid o Alfonso VIII son elevados a la más alta perfección humana... Todo da a entender que así nos veían en Castilla a los leoneses hace mil años y así nos siguen viendo hoy en el siglo XXI.
Decía antes que la democracia no había llegado a León porque no ha habido libertad. Los votos por si solos no son la democracia. Las instituciones son las que tienen que ser democráticas para vertebrar una autonomía, conseguir la máxima igualdad de desarrollo y bienestar entre todas las provincias, algo que no ha sucedido. Valladolid tiene el pleno poder de decidir lo que le conviene y lo que no le conviene a León. Han convertido a León en el felpudo de Castilla y a los leoneses en rehenes de los políticos
Esta Comunidad está hecha de tal manera que parece que los leoneses necesitamos la tutela de Valladolid para poder subsistir. ¿Qué debemos hacer los leoneses, alegrarnos por su tutela, dar las gracias por ello o pedir perdón por ser leoneses? Durante mil años hemos subsistido sin su tutela y no nos ha ido tan mal. Como demuestra la Historia de León, editada en fascículos por Diario de León, durante los últimos 300 años la provincia de León ha sido la más rica de todas las provincias de León y de Castilla.
Esta autonomía, como el resto de las autonomías, sólo ha creado burocracia y riqueza ficticia no real. Por otra parte, esta autonomía ha creado un grave problema en León donde no lo había, un problema que ha dejado a León en estado agónico. No es León ni Castilla quien ha creado el problema, han sido los políticos los causantes del problema. Son esa clase de políticos a los que se les puede dedicar aquella frase célebre que Pío Baroja dijo el día 3 de mayo del año 1904: «algunos viven gracias a que los demás no saben» Esta frase mereció los aplausos de personajes como Unamuno y Benito Pérez Galdós, que estaban presentes. Por eso, la solución al problema autonómico es más político que de otra naturaleza. Son los políticos los que deben resolverlo. Pero políticos decentes, no los que no rinden nunca cuentas de sus fechorías. Tampoco los políticos instalados en los presupuestos del trinque oficial. Tampoco los políticos que hablan de cambios y reformas, cuando ellos sólo saben cambiar de coche y de casa.
Hay cosas que no deben cambiar nunca, entre ellas están los valores morales del hombre Los políticos deben ser un ejemplo de moralidad pública y un espejo donde puedan mirarse los ciudadanos. No importa que el político gane dinero, incluso mucho dinero. El dinero en si no es el problema. Todo el mundo tiene el derecho de ganarse honradamente el dinero suficiente para tener él y su familia una vida digna. El problema es que el político renuncie a su obligación de dedicarse a defender los intereses de los ciudadanos, se dedique a chupar del bote, se entregue en cuerpo y alma a los que mandan y perciba por ello un suculento sueldo mientras ni mira las migajas que reciben los ciudadanos a quienes tiene que defender. Ese es el problema.
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