viernes, 20 de enero de 2012

La corona de León a partir del año 1230

Por Joaquín Cuevas Aller

La Junta siempre ha considerado a León como una parte de Castilla. Así lo han tratado la mayoría de los historiadores. Pero la historia ¿ha sido realmente así?

En el 2010 la Administración Autonómica (la Estatal ni se enteró o no se quiso enterar) conmemoró sin pena ni gloria el 1100º Aniversario de la Fundación del Reino de León. Lo demuestra el título que la Junta de Castilla y León dio a la conmemoración 1100º Aniversario del Reino de León en el Marco de la Corona de Castilla. Era lo esperado.

Se dice generalmente que la historia la cuentan los vencedores. Curiosamente ningún historiador habla de derrota de León, ni siquiera de batalla. Y, si no hubo ni vencedor ni vencido, ¿qué cuentan los historiadores para hacer desaparecer al Reino de León de la Historia de España el año 1230?

La mayor parte de los historiadores afirman que el Reino de León dejó de existir el año 1230, integrándose en el Reino de Castilla. Es decir, los historiadores afirman que los leoneses renunciaron el año 1230 a ser leoneses para convertirse en castellanos; así de sencillo. Sería el primer y único caso en la historia de la humanidad que un pueblo renuncia a su identidad para adoptar una nueva. Y dan a entender que este cambio de identidad se hizo voluntariamente. ¿Acaso los leoneses se avergonzaban de ser leoneses? Habría que preguntar a los historiadores por qué ocurrió, por qué los leoneses renunciaron a ser leoneses y cómo se integró el Reino de León en Castilla.

Esta farsa, que cambió toda la Historia de España, empezó en el siglo XII. Fue en los monasterios de Castilla donde se fabricaron unas leyendas que no tienen nada que ver con la verdad de la historia, pero que los juglares se encargaron de divulgar por toda España, alegrando las veladas de los campesinos y de los señores en las largas y frías noches de invierno.

Las leyendas originales fabricadas en los monasterios no han llegado a nuestros días. Sólo son conocidas copias de copias, recogidas en los becerros y cartularios monacales, que son las que han llegado.

Casi todos los historiadores han utilizado las leyendas castellanas como historias auténticas. El primero que utilizó las leyendas castellanas fue Rodrigo Jiménez de Rada, quien las utilizó a su antojo, manipulando datos e inventando otros nuevos. Jiménez de Rada escribió una Historia de España en latín con el título De Rebus Hispanie

La Historia de España escrita por Jiménez de Rada es el inicio de las mentiras que hicieron desaparecer misteriosamente al Reino de León de la Historia de España, convirtiendo a los leoneses en castellanos. Esas mentiras fueron copiadas por Alfonso X tan al pie de la letra que el prestigioso historiador Ramón Menéndez Pidal dijo que la Historia de España de Alfonso X no iba dirigida a los estudiosos sino a entretener a caballeros y burgueses ya que incluye casi todas las leyendas castellanas a las que el propio rey califica como documentos históricos de primer orden .

El primer historiador moderno que utilizó las manipulaciones de Jiménez de Rada fue Ambrosio de Morales (siglo XVI). Este historiador cordobés, profesor de Don Juan de Austria, escribió la Crónica General de España. Ha sido otra de las fuentes utilizada por otros historiadores modernos para continuar con la farsa. «A los que deseen saber por que el Reino de León, siendo más antiguo y de una dignidad incomparablemente mayor que el de Castilla, nuestros Reyes se intitulaban primero de Castilla y luego de León, se les puede dar esta explicación: Fernando I era varón y Rey de Castilla y su mujer, Doña Sancha, Reina de León. Quiso Fernando unir ambos Reinos y su nombre y el de su Reino tenían que preceder al de la Reina y al de León. Así el Reino de León perdió su precedencia y su dignidad en beneficio de Castilla», dice. Esta opinión de Ambrosio de Morales no tiene rigor histórico. Fernando I era conde de Castilla y estaba casado con la Infanta Sancha, hermana de Bermudo III, Rey de León Al morir Bermudo, hereda Sancha el Trono de León, pero, como las mujeres en la Edad Media significaban muy poco, es coronado su marido Fernando como Rey de León. En la documentación que existe, Fernando siempre firmó como Rey de León y, en los contados documentos que figura el nombre de Castilla, siempre detrás de León.

Otro de los historiadores modernos fue Modesto Lafuente. No es comprensible que un historiador de su prestigio haya escrito cosas como éstas:»¡Qué galería regia tan brillante de los Alfonsos de Castilla!, Alfonso I el Católico; Alfonso II el Casto; Alfonso III el Grande; Alfonso V el de Calatañazor. Otros nombres de monarcas castellanos de la Edad Media van asociados a glorias y gestas como los Ordoños, los Ramiros, los Sanchos y los Fernandos». Llamar Reyes castellanos a los primeros alfonso, a los ordoño y los ramiro demuestra claramente que Modesto Lafuente ignoró, no solamente la existencia del Reino de León, sino también la del Reino de Oviedo. Según él, los asturianos, los extremeños, los gallegos, los leoneses somos todos castellanos,

Sin embargo, en los últimos tiempos no han faltado cronistas que han analizado los documentos medievales fabricados en los monasterios castellanos por procedimientos críticos, que han acabado por certificar como falsos la mayor parte de ellos. Es el caso del historiador Manuel Zabalza Duque con su obra Colección Diplomática de los Condes de Castilla, patrocinada por la propia Junta de Castilla y León. Este historiador ovetense nos cuenta en su obra que los diplomas documentales conocidos de Fernán González son 35 y ninguno de ellos es original.

Dice que son copias de los siglos XIII, XIV y XVI. Estas copias tienen evidentes anacronismos de lenguaje, fechas y personas. En un diploma se dice que el conde Fernán González estaba gobernando el año 919, cuando aún no había nacido (nació el año 923). Otro diploma dice que Fernán González ya era conde de Castilla el año 928 cuando la documentación auténtica nos demuestra que Fernando Ansúrez ostentó ese título hasta el año 931. Certifica Manuel Zabalza que de los 35 diplomas de la época de Fernán González, además de no ser ninguno original, 34 son falsos. El único que se considera auténtico es el Fuero de Castrojeriz otorgado por el conde García Fernández el año 974. Este diploma es conocido a través de una confirmación de Fernando III el 3 de marzo de 1234 en Valladolid

La unión de los Reinos de León y de Castilla el año 1230 en la persona de Fernando III es considerada por muchos historiadores como una unión de semejanzas y de intereses comunes, algo que es completamente falso y que oculta una realidad bien distinta. La unión de ambos reinos no fue la unión de leoneses y castellanos, sino de dos Coronas, la de León y la de Castilla. La Corona de León comprendía Asturias, Extremadura, Galicia y León. La Corona de Castilla comprendía Castilla y las Vascongadas.

Por otra parte, León y Castilla, no solamente no eran semejantes, sino muy diferentes con orígenes y raíces distintas. Ni siquiera la lengua era común en ambas Coronas, en León se hablaba leonés y gallego y en Castilla, castellano y vascuence. El Fuero Juzgo era la base de las estructuras jurídica, política y social de los territorios de la Corona de León. Los vascocastellanos, que nunca aceptaron el Fuero Juzgo, fueron un pueblo con sus propias estructuras sociopolíticas y por eso siempre estuvieron unidos para luchar contra los foráneos. La propia independencia del Condado de Castilla fue el producto de la incompatibilidad de los vascocastellanos con los asturleoneses. Lo explica muy bien el historiador gallego Ramón Menéndez Pidal en su obra La España del Cid.

Es también aceptada por la mayoría de historiadores que la unión de las Coronas de León y de Castilla estableció la hegemonía de Castilla primero sobre León, luego sobre España entera. Producto de estas apreciaciones son las típicas frases como «ancha es Castilla» «Castilla conquistó América», «Castilla fundó España». No dudan en afirmar que Castilla impuso su lengua, sus leyes, sus costumbres a toda España. Estas ideas que han sido extendidas desde hace 800 años, han creado una enorme confusión y un supuesto predominio de lo castellano en toda España, falseando la Historia.

Los documentos medievales auténticos demuestran que la realidad es muy distinta a como se cuenta. El año 910 nace el Reino de León con García I como continuación del Reino de Oviedo, mientras Castilla aparece en la historia como un condado dentro del Reino de León. En el siglo XI, Fernando I eleva el condado de Castilla a la categoría de Reino, pero dentro de la Corona Imperial de León, así consta en las crónicas medievales.

Todo cambió radicalmente a la muerte del Rey de León y Emperador de España Alfonso VII el año 1157. Si ya el año 1143 Alfonso VII reconoció la independencia de Portugal, que era parte del Reino de León, a su muerte, Alfonso VII divide el Imperio Leonés en dos Reinos: León y Castilla. Así pues, el Imperio Leonés queda dividido el año 1157 en tres reinos independientes entre si. Si hasta este momento, los reyes de León firmaban los documentos oficiales como rey de España, a partir de ese año 1157, ningún rey vuelve a firmar como rey de España hasta la llegada de Carlos I.

Desde el año 1157 hasta el año 1230 León y Castilla tienen reyes propios privativos. No hay la menor duda de que ambos reinos son plenamente independientes el uno del otro. Ese año 1230 ocurre otra circunstancia especial: la muerte del último rey privativo de León: Alfonso IX. Este rey había dejado en el testamento que los herederos al Trono de León tenían que ser sus hijas mayores Sancha y Dulce en ese mismo orden. Sin embargo, el testamento no se cumplió. Después de largas negociaciones, se llegó al acuerdo de que el heredero al Trono de León debía ser Fernando, un hijo nacido del segundo matrimonio de Alfonso IX. Fernando III el Santo era leonés. Había sido educado en su infancia en Galicia como todos los infantes leoneses y posteriormente por su propio padre, Alfonso IX, de quien heredó sus virtudes y su coraje.

Cuando Fernando III fue ungido como Rey de León, ya era entonces Rey de Castilla por lo que unió en su Trono dos Coronas: la Corona de León y la Corona de Castilla.

Es cierto que a partir de la muerte de Alfonso IX en 1230 la ciudad de León dejó de ser Corte de los Reyes. Sin embargo, León conservó su antigua autoridad y prerrogativas. Otro tanto le pasó a Burgos, capital de Castilla. Así lo cuenta el gran investigador de Historia Medieval, el castellano Manuel Risco. También es verdad que Castilla no ejerció influencia en las nuevas tierras reconquistadas, sino que cedió preponderancia primero a Toledo y luego a Sevilla, estableciéndose en esta ciudad la Corte de los Reyes. Así lo reconoce el historiador Ramón Menéndez Pidal.

A partir del año 1230 hasta el año 1504, fecha de la muerte de Isabel la Católica, los Reinos de León y de Castilla, así como los demás reinos peninsulares mantuvieron plena independencia los unos de los otros. Hubo unidad de poder en un solo Rey, pero no se produjo la unidad de territorios. Eran unos reinos taifas con un mismo rey común para todos. Existen cientos de documentos que lo demuestra. He aquí algunos de esos documentos (el lector que desee más información, le recomiendo mi libro León en la Época más confusa de la Historia de España, 1230-1504):

  1. Fernando III ordenó la implantación oficial de las leyes leonesas del Fuero Juzgo para la administración territorial de los reinos, incluso en Toledo y Andalucía. Por ello, se puede asegurar que las estructuras políticas, sociales y económicas de los reinos tienen sus raíces en la tradición leonesa, continuadora de la visigoda, con las sucesivas modificaciones en los reinados a partir de Alfonso X, lo que demuestra que las nuevas tierras reconquistadas fueron leonesizadas, no castellanizadas. Asimismo, Fernando III puso al frente de los reinos históricos a los merinos Mayores, que, a partir del año 1258, se llaman adelantados mayores.
  2. En tiempos de Alfonso X fue creado el Consejo Real que restablece el título de merino mayor con la creación de dos Cancillerías, una para León y otra para Castilla. Estos cargos eran desempeñados por los arzobispos de Santiago para León y el de Toledo para Castilla. Fueron creadas también dos notarías una para León y la otra para Castilla. Estas notarías eran ocupadas por clérigos con gran preparación intelectual.
  3. En los documentos medievales oficiales el nombre del reino que seguía al nombre del rey era condicionado al lugar donde iba el documento. En el caso de que el documento fuera dirigido a territorio del Reino de León como Asturias o Galicia, por ejemplo, figuraba siempre el nombre de León en primer lugar.
  4. Las Cortes de León y las Cortes de Castilla eran convocadas en fechas distintas y en ciudades distintas. A veces en la misma ciudad, pero siempre con escribanos y con notarios distintos. Las actas de las Cortes están escritas en lenguas distintas: las actas de las Cortes de León están escritas en leonés para León y en gallego para Galicia. En cambio, las actas de las Cortes de Castilla están escritas en castellano.
  5. La convocatoria de Cortes separadas no fue un capricho de los leoneses. Cuentan los cronistas medievales que los castellanos se opusieron a que sus Cortes se convocaran juntas con las de León porque los castellanos tenían miedo de que los procuradores leoneses propusieran mociones que perjudicaran a Castilla.
  6. Después del Ordenamiento de Alcalá el año 1348, se instituyeron cuatro Notarios Mayores para los cuatro Reinos: León, Castilla, Toledo y Andalucía. Un dato muy importante: la división administrativa respetaba los límites geográficos del siglo X entre León y Castilla.
  7. Toda la documentación medieval está llena de frases que demuestran claramente que los reinos eran independientes entre sí. En el libro Setenario de Alfonso X está escrito «Sevilla la mayor ciudad de todos los reinos». En 1277 Alfonso X dirigió una carta a los omes buenos del regno de León» En las Cortes de 1368 se decide que los alcaldes del Reino de León tenían que ser leoneses y los del Reino de Castilla, castellanos. Al hacer testamento Isabel I dejó escrito «dejo mis reinos…».
  8. Los Reyes Católicos respetaron escrupulosamente las fronteras tradicionales de los Reinos originarios de los antiguos Reinos de la Edad Media. Los Reyes Católicos respetaron también los símbolos del escudo heráldico de los viejos Reinos. El león representaba a todos los territorios del Reino de León (Asturias, Extremadura, Galicia y León). El castillo representaba a la propia Castilla y a las Vascongadas, que siempre fue una parte de Castilla.
  9. En resumen, la unión de los Reinos de León y de Castilla en la persona de Fernando III produjo la fusión de poder, pero no produjo la fusión de los pueblos leonés y castellano, ni de sus identidades, ni tampoco la unidad de territorio. Había razones históricas y prácticas, así como diferencias muy acusadas que aconsejaban distinguir entre uno y otro territorio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario