lunes, 7 de febrero de 2011

Don Tomás: ¡La arrancadera!

Por Julio A.R de "Noroeste Leonés" (http://lacianababia.blogspot.com)


Lo de arrancadera va con doble sentido. Tiene que ver con arrancar, desollar y descarnar pero también es la expresión que utilizamos por aquí para aludir a la última copa de vino. A la última del día, claro. Tomamos la arrancadera y... cada uno a lo suyo.

O sea, que a partir de hoy dejo de enviarle misivas, don Tomás. Más que nada porque supongo que no le llega ni una.

Así que, ahí va la arrancadera.

El pasado jueves escuché al señor Mantero cuando fue entrevistado por Radio Bierzo para el programa Cara a cara. Me causó muy buena impresión su tono amable, su expresión simpática, sus respuestas rápidas y al mismo tiempo comedidas, sensatas, dando siempre la impresión de dominar los asuntos de la energía, la generación, sus tecnologías y costes, las subvenciones, los mercados y demás.

La competencia de un Director General de Energía debiera darse por supuesta. ¿Por qué, entonces, sorprende comprobar el bagaje técnico de un alto cargo de la administración? Sorprende porque, en estas cabeceras del Sil, estamos habituados a oir los barrenamientos, juicios, apuestas, veredictos y necedades que en materia de energía hacen los políticos y técnicos del espléndido futuro que... ¡válgame santa Bárbara!

Lo que no me gustó tanto en la intervención de don Ricardo fue que, al tratar de la minería del carbón en el noroeste leonés, hiciera únicamente alusión a "los pozos".

¿Qué pozos?

Para un ingeniero competente, y además babiano, debe de ser desquiciante y funesto para la salud tener que defender el Plan Regional de Ámbito Sectorial de Explotaciones A Cielo Abierto en Laciana y Babia para el período 2009-2020.

Es cierto que en El Bierzo y en el este de la provincia quedan algunos pozos, pero en el Valle de Laciana y en Babia, en este país de la nieve que el señor Mantero dice adorar, no hay ningún pozo minero en operación desde hace tiempo. Aquí, cuando nieva, los montes ya no exhiben aquella blancura impoluta que antaño armonizaba con un silencio clamoroso. Desde Quintanilla de Babia hasta el Puerto de Leitariegos, por el monte se ven continuos desgarros y lamparones y se escuchan estruendos. En Laciana quedaban cien mineros de los de verdad en un anejo al Pozo Calderón. Los conservaba el empresario en plan testimonial, acaso para utilizarlos como arma de presión cada vez que le conviniese. Pero ya ni eso.

Desde Riolago -el precioso pueblo natal del señor Mantero- hasta Quintanilla de Babia, apenas hay doce kilómetros de carretera. El Director General de Energía y Minas debería saber que clase de "pozos" hay por aquí. Pero, por si no conociese debidamente estos parajes, le paso un testimonio gráfico y el relato de una excursión reciente.



El caserío de la imagen es el barrio de La Perida, en Quintanilla de Babia.

Las vacas charolesas del señor Braña pastan alrededor del río Luna y beben su agua.

El señor Braña me dice que en el río Luna hay truchas. Le pregunto si las hay en el río de La Mora y me contesta que no.

Doy media vuelta sobre el pequeño puente desde el que acabo de tomar la foto anterior para ver a mis pies el lugar de confluencia de dos arroyos: el de la izquierda es el Valmayor y el otro -donde proliferan las algas- es el de La Mora. La suma de ambos da lugar al Luna.




Voy remontando el curso del arroyo de La Mora, sin salirme ni un momento del camino vecinal y vía pecuaria -aun a riesgo de volver a padecer una agresión con secuestro incluido-, hasta que doy vista a lo que fue la Vega de La Mora. Y aquí encuentro un cartel que, al parecer, prohibe el paso por la vía pública. ¡Hay que joderse!






Me alejo pues del camino vecinal, por si las pedradas, y subo entre los piornos a un altozano próximo.

Desde aquí arriba alcanzo a ver los restos del Cuerno de La Mora, la montaña de Carrasconte, ahora despellejada, roída y casi desaparecida. A sus pies, por el sur, veo venir el arroyo de La Mora privado hace tiempo de sus límpidos aportes invernales. Ahora se nutre de unas fuentes mutantes donde medran algas de aspecto siniestro.

El arroyo de La Mora fluye hasta el lugar donde una acumulación de escombros le corta el paso.


Una serie de barreras, zanjas y tuberías controla la entrada del agua a una balsa colosal.





El estanque, con cinco hectáreas de superficie y notable profundidad, fue construido en el verano de 2006. Me acuerdo muy bien.

En junio de aquel año pasaron por aquí dos mil ovejas camino de los Puertos de La Cueta. Seguían, como siempre, el cordel que procede de la Cañada Real de La Vizana y que, tras recorrer los valles de Omaña, salta a La Vega de La Mora por el collado de Villabandín. A cargo del rebaño estaba José Antonio, experto en el oficio, ayudado por dos jóvenes marroquíes. Uno se llamaba Abdelaziz. Del nombre del otro no me acuerdo.

Durante aquel mismo mes de junio, en los puertos de Ladreras, Veigarredonda, La Orbia, El Robezu y el Rañadoiru, el rebaño creció con el nacimiento de novecientos corderos.

Se agotó el verano y, el veinte de octubre, bajo una lluvia torrencial, la partida levantó el vuelo muy temprano para hacer el camino de regreso, para volver a hibernar a la ribera leonesa.

José Antonio me había advertido de que pasarían por el Collado de Villabandín a eso de las cuatro de la tarde. Yo los esperaba allí, junto con mi amigo José Luis El Tío, minero, montañero, fotógrafo y poeta.

Dieron las cuatro de la tarde y las cinco y las seis. Nosotros escrutábamos lo poco que alcanzábamos a ver de la vega de La Mora sin descubrir ni traza del rebaño.

Cuando, al fin, la cabeza de la expedición apareció a lo lejos, eran las seis y media.

José Antonio venía al frente. Abdelaziz, en cola, llevaba en brazos un cordero recién nacido. La oveja madre acababa de parir en el sendero y ahora seguía su camino balando desazonada, reclamando a la cría.

¿Qué había ocurrido?

Cinco horas antes,a eso del mediodía verdadero, cuando los pastores y el rebaño se disponían a entrar en la vega de La Mora, toparon con un cráter gigante que en junio no existía. La visión debió de ser sobrecogedora, al menos para José Antonio y para los muchachos marroquíes, porque las ovejas no se dieron por enteradas. Se limitaron a amontonar su boba mansedumbre bajo la tenaz lluvia, al borde de la balsa, y a esperar.

Mientras José Antonio echaba a andar en busca de una solución, Abdelaziz creyó necesario orar. Se arrodilló mirando a Peña Ubiña, a La Meca más bien, y rezó a su Dios. (Esto fue así, José Antonio me lo contó).

Al cabo de dos horas, un empleado de la explotación carbonera tuvo a bien indicar a los pastores cómo salir del atolladero.



Tomé esta foto a Abdelaziz en los pastizales del Oceo, justo al pie del collado visible al fondo, donde minutos antes había nacido el cordero.


En fin, dejo aquella historia de los pastores y el rebaño y vuelvo al surco.

En el rincón suroeste de la imagen superior se aprecia la entrada de los drenajes de La Mora al gran cráter que, por supuesto, no está impermeabilizado ni nada que se le parezca.


Desde este lugar se ven a lo lejos los picos del Muxivén (2.032) y el legendario Cornón (2.188) que linda con el Parque Natural de Somiedo.



Hace casi un año accedí a la Vega de La Mora desde Carrasconte, por el oeste, y tomé estas fotos mirando hacia Peña Ubiña.

La imagen inferior fue captada desde el mismo lugar, girando la cámara un poquito hacia la izquierda. El pueblo que se ve tan cercano es Piedrafita de Babia.




Estos dos mapas del sistema SIGPAC aclaran mucho el asunto.


La rosquilla naranja señala Quintanilla de Babia y el lugar donde confluyen los arroyos Valmayor y La Mora dando origen al rio Luna.
La rosquilla blanca señala la balsa de cinco hectáreas que corta el camino vecinal y el curso del arroyo de La Mora.
La rosquilla azul señala el lugar de la vía pecuaria y camino vecinal del que algunos vecinos de Laciana y realizadores y técnicos de TVE tienen un recuerdo siniestro.
La rosquilla roja señala el Santuario de Carrasconte.
La rosquilla morada señala el pueblo de Villaseca de Laciana.
La rosquilla de color rosa señala el área que fue reventada a cielo abierto durante el año 2010 y que la fotografía del sistema SIGPAC, pendiente de actualización, no recoge. Esta parte de la explotación se encuentra en términos municipales de Villablino, es decir, fuera de los límites concedidos, según creo. La siguiente fotografía lo prueba.


Y ya voy concluyendo, don Tomás.

En la Solicitud de Recalificación Urbanística para el desarrollo del área carbonera de Nueva Julia y La Mora, la empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada (hoy Coto Minero Cantábrico) afirmaba que ambas explotaciones a cielo abierto están diseñadas para llevar a cabo simultáneamente la restauración de antiguas explotaciones a cielo abierto que no fueron convenientemente restauradas y que confieren en este momento al paisaje un aspecto deplorable que debe ser perentoriamente corregido.

El documento que contiene tan desgarrador -o tan asqueroso- párrafo fue elaborado por el ingeniero de minas Samuel Gutiérrez en junio de 2008 y obra en poder de la Junta de Castilla y León.

Como es de sobra conocido, la restauración de los territorios afectados por explotaciones a cielo abierto es imposible, puesto que restaurar significa reparar, renovar o volver a poner algo en el estado o estimación que antes tenía. Pero sí cabría sanear estos parajes hasta donde fuera posible e incluirlos después entre las atracciones del futuro Parque Natural de Babia y Luna, no sé si como Lugar de Interés Histórico y Pecuario o como Centro de Interpretación de la Golfería.

En mi opinión, este desaguisado no lo promovieron ustedes exactamente, pero cargaron con el muerto de unos años para acá y ahora les toca resolverlo.

Hay muchísima tarea por hacer para paliar tanto daño y eso podría significar "puestos de trabajo". Las explotaciones a cielo abierto requieren escaso personal, por lo que todos los jóvenes que han sido despedidos, podrían emplearse durante algunos años en dichas labores de saneamiento. La Unión Europea va a continuar durante un tiempo enviando a España buenos ríos de dinero para proyectos relacionados con el Medio Ambiente. Por otra parte, la Comisión Europea mantendrá hasta 2018 sus ayudas para el cierre de explotaciones de carbón y la reparación de daños ambientales y sociales. Con todo esto, se podría actuar en la Reserva de la Biosfera de Laciana para sumar este territorio al de los Parques Naturales de las Fuentes del Narcea, Babia y Luna (a ver si lo declaran ustedes de una vez), Somiedo y Las Ubiñas-La Mesa.

Justo en medio de tamaña riqueza paisajística, biológica, etnográfica y salutífera, Villablino podría erigirse en centro de servicios para todo el área. Villablino podría aspirar a vivir de eso si hubiese iniciativa, voluntad y compromiso por parte de las administraciones y de los vecinos.

Comprendo, don Tomás, que usted tiene grandes responsabilidades y poco tiempo para perderlo mirando blogs, pero puede que algún conocido suyo le de noticia de éste. En fin, quedamos en que ésta entrada era la arrancadera y aquí termino.

Próximamente, y en relación con la minería a cielo abierto en Laciana y Babia, quisiera hacer alguna referencia a La Sentencia del Berberecho. Pero esa es otra historia que interesa más bien a los responsables de Medio Ambiente y de Justicia.

Que haya salud, don Tomás, y suerte para todos. También para Abdelaziz, de quien nadie se acuerda.

2 comentarios:

  1. otro rugido que nadie oira.........unificacion de blogs ya!!!!

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  2. Esta es una página de opinión, no es un blog en que una persona o grupo escriba sino que en él damos entrada a las opiniones de quienes se dirigen a ComunidadLeonesa.ES con ese fin.

    Dicho esto nos parece muy bien que se unifiquen los blogs, precisamente uno de nuestros socios fundadores, el Colectivo de Opinión "Tiburcio Fernández Álvarez" es uno de los más antiguos, combativos y con continuidad de los existentes y nos consta que llevan tiempo tratando (y consiguiéndolo) de conseguir la colaboración de diversos blogueros.

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