Por Ara Antón
Estamos exultantes. La Diputación de León, con la “energía” que caracteriza a muchos de nuestros políticos, va a exigir –ellos han dicho solicitar, que es mucho más sumiso y obediente- el 1% cultural, ya que nuestra abandonada Lancia es Bien de Interés Cultural y la autovía León–Valladolid va a destrozar su cinturón industrial. En él ya se han encontrado hornos, granjas, viviendas de trabajadores y otros edificios. ¡Ah!, pero el hecho de que no hayan “aparecido zonas suntuarias ni mármoles que indiquen la existencia de villas” en el susodicho cinturón, nos ha dejado tranquilos porque, como dijo hace años un responsable de cultura de León, “¿a quién pueden interesar los reyes leoneses?” Pues eso, que como a nadie interesan los vestigios de nuestra querida Lancia, no vamos a “solicitar” que se desvíe la autovía o que, si esto no fuera viable, se eleve sobre un puente que permita respetar el yacimiento. Es preferible dinero. Una miseria económica que jamás conseguirá hacer de nuestra ciudad astur –perdón, romana- algo vendible, como La Olmeda o Petavonium. Que sí, que ya sé que es otra cosa. ¡Ni tanto que lo es! La primera es sólo una villa -preciosa por cierto-, y el segundo un campamento militar. La nuestra es una ciudad completa. En palabras de Floro: “Lancia, ciudad muy fuerte...”, y en las de Orosio: “...fugitivos de la batalla se refugiaron en Lancia... y el general Carisio logró que los suyos desistiesen del incendio... por dejar íntegra e incólume la ciudad como testigo de su victoria”. Pero, ¿a quién pueden interesar los reyes leoneses?
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