jueves, 4 de noviembre de 2010

Pinos contra el patrimonio

Por David Gustavo López, ingeniero e investigador

El paraje de Camposagrado, situado a veinte kilómetros al norte de la ciudad de León, sobre la altiplanicie de La Hoja, dando vista a las montañas de la Cordillera Cantábrica, está aureolado con la leyenda popular de una gran batalla entre los cristianos de Don Pelayo y los musulmanes de Almanzor, allá en los primeros años de la Reconquista -no falta quien se ha atrevido a poner el 8 de septiembre del año 722 como la fecha exacta-, cuando el segundo pretendía reprimir la expansión del recién nacido reino asturleonés. El relato no tiene en cuenta, sin embargo, que en la realidad histórica más de dos siglos separaron las vidas de ambos caudillos (Pelayo murió en el 737 y Almanzor en el 1002), lo cual, por otro lado, es asumible si se tiene en cuenta la idea popular de que Almanzor fue el «rey moro» que intervino en todas las batallas.

La leyenda es recogida en 1653 por el canónigo de la Catedral de León y miembro de la Casa de Benllera Antonio Fernández Álvarez y Miranda en su obra Antigüedad de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Camposagrado de las montañas de León, quien, a su vez, asegura haberla leído en una obra del irlandés Got Villa, cronista del rey asturiano Ramiro I.

Relata la leyenda que el apóstol Santiago, apoyado por la Virgen, reveló a Pelayo la clave de la victoria: tendría que hacerse ver en los llanos de Camposagrado y, después, retroceder, como si hubiera decidido retirarse sin presentar batalla, pero dejando atrás a un grupo selecto de su ejército para coger al enemigo entre dos frentes. Y así lo hizo Pelayo, ordenando a un capitán llamado Colinas que se mantuviese en retaguardia. Durante la noche, el oficial aplicó su propia iniciativa y cavó trece grandes hoyos, en cada uno de los cuales introdujo a cincuenta de sus hombres. Al amanecer, creyeron los moros que habían huido los cristianos, por lo que avanzaron y cayeron en la trampa. Cuenta la leyenda que hubo miles de muertos de uno y otro bando -más de los infieles, se supone-, y muchos fueron también quienes, intentando huir, terminaron cayendo en el valle de Valamuerte o despeñándose por la barranca del Cillerón.

En recuerdo de tan inmenso camposanto el lugar pasó a denominarse Camposagrado. Don Pelayo felicitó al capitán Colinas, pronunciando una frase que se hizo famosa: «Tú sin nos los has vencido y éste será tu apellido», la cual orla el escudo de armas de dicho linaje junto con trece círculos -alusión a los pozos- en sus cuarteles. Idéntica divisa muestra también la Casa de Tusinos (Tú-sin-nos), cuyo solar se halla en el valle de Cuevas, cercano a Carrocera, vinculada con los Colinas y considerada por Florentino Agustín Díez como «linaje leonés, antiguo entre los más antiguos». Cuentan Álvarez y Miranda y Díez Monar que, para conmemorar la victoria sobre los musulmanes, Pelayo mandó construir una ermita dedicada a la Virgen en Camposagrado, depositando una imagen, traída de Toledo por el arzobispo Urbano, la cual siempre le acompañaba en todas sus batallas. La tradición popular considera que tal imagen es la que hoy preside el santuario, aunque ésta, en realidad, es una talla románico-gótica, del siglo XIII, que representa a la Virgen en pie y con el Niño en brazos.

A pesar del detalle con el que se ha envuelto la leyenda de Camposagrado, el origen real de los trece pozos de Colinas apunta hacia otro lado, pues según algunas opiniones bastante fundamentadas (César Morán, Matías Alonso, Sáenz Ridruejo, etc.) podrían ser respiraderos de un túnel o conducción hidráulica subterránea de época romana, excavada para dar paso a un canal que, partiendo del arroyo Torre, en Santiago de las Villas, transportaba agua para el arrastre y lavado de los aluviones auríferos de las explotaciones del Molino de la Griega, en Villarroquel. Para otros investigadores de la minería del oro, es posible se trate de pequeñas «fucaronas» o inicios de laboreos romanos vinculados a los aluviones auríferos del Cillerón. Historiadores, como Antonio Viñayo y José Rodríguez Díez, sugieren que la antigüedad de los pozos pudiera ser anterior a la invasión romana, tratándose de sepulturas dolménicas de época megalítica. A tenor de lo expuesto, queda claro que los Pozos de Colinas constituyen un elemento singular que ha pasado a formar parte de la cultura popular leonesa, vinculándose no sólo con los linajes más antiguos y relevantes de León -recuérdese su representación en el escudo de armas de los Colinas- sino con la devoción a la Virgen de Camposagrado y, en consecuencia, con las multitudinarias romerías que en torno a su santuario se celebran el segundo domingo de junio, día de la llamada Fiesta de las Rogativas, y el 8 de septiembre, festividad de la Natividad de Nuestra Señora. Precisamente la Fiesta de las Rogativas ha sido declarada de Interés Turístico Provincial, con carácter permanente, por la Diputación, en octubre de este año.

Por todo lo dicho no sería admisible que un elemento tan significativo del patrimonio cultural leonés, encuadrable entre los bienes clasificados como «Lugar Histórico» y «Yacimiento Arqueológico» por la Ley 12/2002 del Patrimonio Cultural, fuese eliminado por las plantaciones de pinares que se han efectuado en las parcelas donde se encuentra. Por eso, es necesario que la Junta, en virtud de sus competencias en materia de patrimonio cultural, actúe como mejor proceda, a fin de preservar los Pozos de Colinas y de posibilitar cualquier investigación histórica y arqueológica futura.

1 comentario:

  1. Al tratar de publicar un comentario anónimo, éste ha desaparecido inexplicablemente.

    Afortunadamente el texto aparece en el correo enviado por blogger por lo que procedo a copiarlo a continuación:

    Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Pinos contra el patrimonio":

    "Si andaba Pelayo por medio, el "recién nacido reino astur-leonés" no era astur-leonés, era reino de Asturias a secas. No queramos apropiarnos de la Historia de Asturias a ver si cuela y nos "convertimos en asturianos de serie B", que es lo que mucho leonesista querría. Asturias es Asturias y León es León y va a seguir siendo así por mucho que os duela a algunos. Procuremos no meternos en la parcela del vecino, es lo mejor para llevarnos bien. A vosotros os jode que os metan en Castilla, pues los asturianos nos meamos de risa cuando algunos leoneses nos tratan de "hermanar" con León. Si conoces algo Asturias sabras que nos gusta muchísimo marcar la frontera con el Sur. Sentimos un entusiasmo perfectamente descriptible por lo de más allá de Pajares. Los asturianos somos como somos y no como a algunos os gustaría que fueramos. Supongo que como los leoneses. Una lástima. Así es la vida, no la hice yo."

    Publicado por Anónimo para Los Rugidos de León a las 5 de noviembre de 2010 09:31

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