- ¿Cómo puede uno poseer las estrellas?
- ¿De quién son? – replico bruscamente el hombre de negocios.
- No lo sé, pero creo que de nadie.
- Entonces me pertenecen, porque he sido el primero que pensó en poseerlas.
- ¿Es eso suficiente?
- Claro. Cuando tú encuentras un diamante que no pertenezca a nadie, te pertenece a ti. Y si encuentras una isla que no es de nadie, entonces será tuya. Asimismo, si eres el primero en tener una idea y la haces patentar, sólo te pertenecerá a ti. Por lo tanto, a mi me pertenecen las estrellas ya que nadie había tenido jamás la idea de poseerlas.
¿Puede alguien poseer las estrellas?. La respuesta es tan sencilla como evidente: NO.
Internet es como las estrellas; en si misma ha estado ahí siempre, creciendo; ocupando su lugar en el Universo. Creando un lugar de encuentro en el vacío, donde caben todas las opiniones, todas las personas, todos los sentimientos. Internet representa el pluralismo y la libertad. Representa la verdadera desaparición de fronteras. La unión íntima entre todos los seres humanos. Y ahora que Internet se ha convertido en una hermosa galaxia de Libertad, en su enorme codicia, los poderosos – los coleccionistas de estrellas – quieren poseerla a toda costa.
Somos muchos los que creemos firmemente que Internet representa una puerta abierta a la Democracia Directa; el camino para que todos seamos nuestro propio gobierno. Por eso quieren poseer las estrellas. Por eso quieren regular Internet a su antojo. Porque una sociedad de seres completamente libres es una sociedad poderosa, una sociedad activa y reivindicativa. Una sociedad que comparte, enseña y aprende.
Por eso pretenden convertir las estrellas en artículos en venta; hacer de la red un inmenso mercado. Convertir, más aún si cabe, al ser humano en cliente y usuario. Porque ellos no entienden el compartir, el enseñar o el aprender. Ellos sólo entienden el comprar y el vender. Ellos sólo entienden de dinero.
Pero también existen seres libres, inteligentes, luchadores, hechos de una pasta diferente. De los que están dispuestos a salir a la calle e informar al ciudadano; dispuestos a explicar a todos lo que Internet representa realmente y los motivos por los que los gobernantes pretenden controlarlo. De explicar a pie de calle el sentido, el verdadero espíritu de la Red. Seres raros que quieren aunar esfuerzos para no entregar a nuestros hijos un mundo de mercaderes en el que los seres humanos sean clientes o mercancías a merced de los poderosos. Personas con nombre y apellidos que ofrecen su tiempo a los demás; que se lo quitan de su propia vida personal. Colaborando en la Red, en movimientos ciudadanos, apoyando en cualquier buena causa -ganada o perdida-, levantando sonrisas o, incluso, malas caras.
Ahora, estimado lector, sustituya cada coincidencia de las palabras 'estrellas' e 'Internet' en este artículo por la palabra 'destino'. Y comience por preguntarse:
¿Puede alguien poseer el destino? ¿Puede alguien pretender apropiarse de MI destino? Contéstese sinceramente y siga leyendo, si lo desea.
Algunos comenzamos a ver aflorar alguna que otra disimulada cana al mirarnos en el espejo. '¡Mal asunto!', nos decimos mientras procuramos peinarnos disimulándola bajo el resto de cabellos. Otros ya lucen una estupenda cabellera gris o blanca, e incluso los hay que ya enseñan directamente sus ideas a través de la calvicie.
Salvando el hecho de que las canas no necesariamente son fruto de la edad, siempre le hemos dado una cierta importancia a quienes las peinan. Quizá inconscientemente porque asociamos las canas con la experiencia que da la edad, de la misma manera que asociamos la inteligencia con los estudios o la democracia con la libertad. Volvamos al destino.
Como ejercicio de una libertad ganada con el paso de los años -porque en este país ha costado muchos años disfrutar de ella, no lo olvidemos- depositamos nuestro voto en las urnas cada cierto tiempo. Y lo hacemos libremente -no cabe duda que mediatizados y bombardeados de mensajes como si de la campaña de ventas navideñas se tratara- y habiendo, teóricamente, usado la materia gris de nuestro cerebro para decidir el destinatario de ese voto personal, secreto e intransferible. Y depositamos ese voto -que no deja de ser como convertirnos en empresarios firmando al trabajador un contrato de cuatro años- con la confianza de haber realizado la elección correcta. No pensando sólo en nuestro propio interés sino, teóricamente, también en el llamado interés general, de tal manera que asumimos formar parte de una sociedad para la que deseamos lo mismo que para nosotros mismos. Y permítame el avezado lector que dude que alguien se desee el mal.
Para decidir nuestro voto, leemos, escuchamos, compartimos, razonamos . O se supone que así actuamos. No entraremos a hablar del llamado 'voto cautivo' porque, en primer lugar, alargaríamos en demasía estas líneas y porque para la palabra cautivo no encuentro ninguna acepción positiva.
El caso es que tras estampar nuestra firma en el contrato laboral por obra y servicio con una duración de cuatro años, como buenos y responsables empresarios dejamos trabajar al obrero. Y es entonces cuando caemos en la cuenta de que las cosas no son lo que parecen. No somos seres libres que decidimos cómo deseamos ver funcionar nuestra sociedad. No somos seres libres que colaboramos para crear una sociedad más justa. Somos la excusa y coartada de un poder oculto que ha decidido que con un caramelo nos puede hacer felices.
Y es entonces cuando vemos que todo lo mueve el dinero. Que todo lo mueve el interés de unos pocos a quienes sólo preocupan sus faltriqueras y sus alforjas. Es cuando vemos que somos un miserable número en un bien elaborado plan. Somos parte de un engranaje que sólo entiende de prebendas, favores personales, cuentas de resultados, imposición y poder.
Y entonces es cuando debemos elegir el camino a seguir: Quedarnos callados, con cara de idiotas y un voto en la mano, o levantar la voz. Y ahí comienza el problema. Es cuando el trabajador contratado maquilla las cifras, nos engaña en sus horarios, utiliza un lenguaje que no somos capaces de entender -porque como hemos elegido a los mejor formados, se expresan en términos que los ciudadanos no somos capaces de descifrar- ...
Y, haciendo un ejercicio de moderación, le intentamos explicar al 'currante' que le hemos contratado nosotros. Que está a nuestro servicio. Que el dinero que cobra no es como el del 'Monopoly', que se puede imprimir y reimprimir sin límite.
Y es justo entonces cuando pasamos a ser llamados ignorantes, injustos, insolidarios... bobos, en definitivas cuentas. Y como el sistema lo tiene todo muy bien calculado, justo en ese momento nos catalogan de 'istas'. A unos nos ponen un 'ismo', a otros otro, a otros otro más y resulta que yo soy leonesista y así me enfrento quiera o no a los castellanistas, o comunista y me enfrento a los fascistas, o nacionalista y me enfrento a los otros nacionalistas, o localista y no mundialista. Y mientras el 'economista' se revuelve de risa en el sillón que yo le he puesto bajo sus inteligentes posaderas.
Y si el ciudadano tiene el mínimo conocimiento para 'pasar de todo' y olvidarse de los 'ismos', pues el economista da una vuelta de tuerca. Y enfrenta a los del llano con los de la montaña, a los de las cuencas de los rios con los de la playa, a los del queso con los de la manteca,... Y nos llama insolidarios. Eso si, nos llama insolidarios a todos. Y, como siempre se ha dicho, 'a río revuelto ganancia de pescadores'.
Los de Tierra de Campos en pie de guerra porque alguien les ha dicho que los de la Montaña que no quieren ver sus valles inundados- son insolidarios y les quieren privar del agua. Los urbanitas enfrentados a los de pueblo porque alguien les ha dicho a los primeros que los segundos se niegan a que puedan tener un chalet aislado de 200 metros cuadrados de planta con jardín y campo de golf a 20 kilómetros de su lugar de trabajo. Los que tienen terrenos de regadío enfrentados a quienes tienen terrenos de secano -mucho más baratos- porque los segundos pretenden que una carretera no pase por sus tierras condenándoles a no salir del Siglo XIX. Los mineros de Laciana enfrentados a los trabajadores de las térmicas gallegas. Los Bercianos galleguistas enfrentados a los Bercianos leonesistas y a los Bercianos bercianistas. Los Bercianos 'carreristas' enfrentados a los Bañezanos 'carreristas'. Los de los pueblos de la Vía de la Plata original enfrentados a los que se apuntan a un bombardeo por salir en un mapa. Los Riojanos, Burgaleses y Leoneses enfrentados por el origen de una lengua. Salmantinos enfrentados a Vascos y Catalanes por montañas de documentos ¡¡QUE SON DE TODOS!! Los que defienden el patrimonio enfrentados a los que defienden el patrimonio simplemente por un 'quítame ahí esa bandera'. Los padres de la escuela pública enfrentados a los padres de la escuela concertada o privada.
Y ellos, los autoproclamados dueños del destino, partiéndose la caja torácica en su bien pagada butaca.
Y mientras... la casa sin barrer. Capitales de provincia que se miran el ombligo, pueblos que se abandonan, piedras milenarias que nos explican quienes somos y de donde venimos utilizadas para hacer chalets de alto 'standing' ¡¡o para cercar un prao!!. O directamente enterradas bajo el asfalto sin contemplaciones. Un polígono industrial a las afueras de ¡¡Numancia!!.. una estación de esquí en plena meseta, casitas de pescadores con cien años derribadas por estar junto al mar, a unos doscientos metros de un novísimo Hotel-Balneario de cinco estrellas en la mismísima playa. Un bosque de molinos eólicos en una Reserva de la Biosfera. Torres de metal destrozando hayedos milenarios.
¡¡Vaya panorama!!
Eso sí, ¡no sea usted insolidario! mi estimado lector. Acepte que le recorten el sueldo, que le congelen la pensión, que no le garanticen si su cotización le servirá para el día de mañana. ¡¡Apriétese el cinturón y respire un poco menos, hombre de dios, que gasta el aire!! Y vea como sus hijos se quedan sin futuro, como su tierrina se muere, como su historia no ha existido nunca. Sea solidario y siga pagándoles su sueldo ¡¡que lo hacen por su bien!!
Si a Robespierre le levantaran la cabeza, seguramente imploraba que la volvieran a dejar en el cesto al pie de la guillotina.
Pero no hay problema, siempre nos queda la Eurocopa de fútbol, el Barça-Madrid, la Formula 1, Belén Esteban… ¡¡Que insolidarios somos, cuando lo tenemos todo!! Un día de estos voy a levantar piedra por piedra el Edificio de la Junta en la capital del Viejo Reino y se las voy a regalar a Mohamed VI para que acabe el muro que delimita su finca.
Un saludo desde la cueva. Porque yo también soy un cavernícola.
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