viernes, 1 de octubre de 2010

TARDE PIACHE, LANCIA

Por Amando Sánchez

Excavaciones en Lancia - Foto: Miki LópezEn estos tiempos de turbación, dice la prensa de León y de Madrid que muchos leoneses manifiestan su preocupación porque la autovía de León-Valladolid amenaza los restos de Lancia, la ciudad más importante de los astures que vivían al sur de las montañas cantábricas, según cuenta Dion Casio (150-230) en su Historia de Roma.

Pero esas amenazas de ahora no son una sorpresa para mí, porque desde niño conozco esos lugares como la palma de mi mano y han sufrido terribles destrucciones que duelen más porque se hacen en nombre del progreso, de la economía y son pura “cutreidad”

El año 1980, los muy conocidos e ilustres escritores leoneses Juan Pedro Aparicio y José María Merino, en su libro “Los Caminos del Esla”, decían al pisar las calles destruidas de Lancia: “Inermes, indefensas, las ruinas de un lugar que debería ser totémico para León, están alcanzando una destrucción (estaban haciendo la concentración parcelaria) que ni siquiera al romano se le ocurrió y que sólo llevó a cabo la ferocidad de los bárbaros suevos…”

Si ahora la autovía destruye un cementerio astur, romano o medieval, sería el cuarto que veo destruir en estos campos lancienses de Villasabariego.

Los que hicieron el canal que está al lado de las excavaciones arqueológicas de la autovía, destruyeron un cementerio de estas tierras de Lancia situado en la ladera sur de este lugar que los de Villafalé y Villasabariego llamamos, con propiedad, Pico de la Cuesta. Si Vd. Se sitúa en el Pico de la Cuesta, donde está la gasolinera y camina por el lado izquierdo del canal en la misma dirección que el agua, antes de un Km., encontrará un talud en la ladera hecho por las máquinas que hicieron el canal y allí verá restos de enterramientos y algún trozo de metal oxidado. Era un cementerio de Lancia.

Cuando hacían el canal pasé por allí y encontré una calavera que, asomando por las rojizas arcillas del talud, me enseñaba sus dientes y me miraba con desprecio, porque calentada por el sol, desde que nace hasta el ocaso, se encontraba en la gloria. Metí el cráneo en una bolsa y lo dejé en Villafalé con intención de limpiarlo y llevarlo al CSIC para hacer un análisis de carbono 14.

Al mes siguiente volví a Villafalé, fui a limpiar mi cráneo lanciense y lo encontré desintegrado, porque lo guardé en un saco de plástico que creí limpio, pero tenía restos de nitratos que destruyeron los huesos y quedaron al aire unos sesos rojizos, pesados y arcillosos.

En época anterior, cuando hicieron la concentración parcelaria de Villasabariego, vi que las máquinas destruían el cementerio de Santa Cruz, un pueblo despoblado hace varios siglos por su situación insalubre y sus terroríficas plagas de mosquitos.

En una pequeña explanada, pradera y camino, las máquinas habían hecho una zanja, se veían huesos en diversas posiciones y recogí dos de una mano.

Juan Pedro Aparicio y José María Merino visitaron la ciudad romana de Lancia, no la Lancia astur, porque dicen los estudiosos que no se conoce su emplazamiento. Schulten vio y pisó las calles romanas de Lancia: la que iba de norte a sur, el cardo; y la que iba de este a oeste, de Villasabariego a la Cuevona.

Los escritores leoneses citados no pisaron estas calles romanas de Lancia porque las máquinas de concentración parcelaria se cargaron eso y bastante más.

Yo sí conozco el emplazamiento de la Lancia astur y allí las máquinas de la concentración destruyeron su cementerio y allanaron su montículo que iba de norte a sur. No lo destruyó el general Carisio y mira, se lo lleva el progreso.

Este montículo estaba formado por restos de la muralla que defendía el lado más vulnerable del poblado. No voy a descubrir dónde está para que la estupidez humana, que es la peor, lamine lo poco que queda.

Leí a Gago Rabanal cuando tenía 17 años y no me acuerdo de nada, pero según dicen los citados escritores leoneses, este historiador se quejaba del poco aprecio que los descendientes de los lancienses tenían de estos lugares.

No estoy de acuerdo con esto, porque mi abuelo, Santiago, mi padre, Lino Sánchez, descendientes de Villasabariego (la Lancia actual donde quiero fundar una república independiente) y vecinos de Villafalé (Sublancia) pronunciaban con respeto y amor estos topónimos: El Castro (Lancia romana), Santa Cruz (despoblado), La Griega (allí tenían viñas y la concentración se las cargó), Cornejos (el Corneius de los documentos antiguos, despoblado y coto redondo).

Gago Rabanal decía, recuerdo ahora, que en el siglo XIX hubo una gran hambruna por estos pagos y los lugareños para matar el hambre sacaban huesos de los cementerios de Lancia y de las terreras (así llamamos aquí a los basureros de Lancia), los molían y hacían de ellos tortas y papillas que acompañaban con cardos.

He visto que muchos de los que escriben sobre Lancia, dicen que no se han encontrado escritos sobre lápidas, piedras, muros y otros materiales; sin embargo, puedo asegurar que esto no es cierto, porque hace 60 años encontré un trozo plano de roca, de unos 10×15 cm. que tenía grabado unas letras toscas que no me decían nada; pero en mi despendolada vida perdí esta piedra escrita, aunque ahora que estoy retirado de la vida moderna y no viajo más allá de Alcalá de Henares, pienso encontrarla en algún baúl de los recuerdos. Ese día tendrán noticias mías.

La Plataforma Salvemos Lancia no comprende cómo el Ministerio de Fomento eligió este trazado y no otro de los tres programados. Bueno, pues voy a explicar a esta Plataforma y a todos el porqué de este trazado.

Sobre esta materia tengo una versión que es la verdadera, si aquí se cumple aquello de que el calla otorga, ya que hace más de una año se la expuse al Ayuntamiento de Mansilla de las Mulas y a la Junta de Castilla y León por carta certificada y con acuse de recibo. He tenido la callada por respuesta.

Dentro de la documentación que existe en el Ministerio de Fomento hay un plano falso que sirvió para determinar el trazado de la autovía; para salvar de la autovía las tierras (recalificadas in péctore) que están entre Mansilla de las Mulas y la Calzada auténtica. Dentro de estas tierras a recalificar hay (en el plano falso) una calzada romana que nunca existió; así que, según este plano, llevamos la autovía a Villafalé y a Lancia, salvamos nuestras recalificaciones y respetamos una calzada que nunca existió y… ¡milagro!

Todo ciudadano de esto pagos sabe, antes de nacer, que la calzada romana o Vía Traiana (la mandó hacer Trajano hace casi 2000 años), cuando llega a Reliegos sale en línea recta hasta el Pico de la Cuesta, donde ahora hacen excavaciones.

En el plano falso del Ministerio de Fomento se ve la calzada falsa que, partiendo desde las puertas de Mansilla de las Mulas, se dirige hacia el este de Reliegos. La calzada auténtica, ahí está, nunca llegó ni fue en dirección de Mansilla, pasa a más de 1 km. de las puertas de esta villa, cruza la carretera de Cistierna y sigue, siempre en línea recta, desde Reliegos hacia el Pico de la Cuesta pasando antes el río Esla por el Puente de los Peregrinos que está en el soto de Villafalé, mi pueblo. Allí pueden verse restos del puente: piedras, estacas, vigas… Al lado de estas piedras bimilenarias me he bañado yo miles de veces en unas aguas frescas y saludables, pero ahora no lo hago porque las aguas son borrascosas y “mierdosas”.

Con este plano falso, el trazado de la autovía decidido y los terrenos recalificables libres de amenazas, todos los objetivos se han cumplido y además pueden presumir de haber salvado la Vía Traiana, la inventada, claro.

Este invento tiene que tener su autor y será aquél que obtiene beneficios, la pastizara futura, es decir, ¿cui pródest?

El trazado actual de la autovía me beneficiaba porque tenía una tierra en ese lugar a recalificar, pero estos santos señores, cuando se determinó el posible trazado de la autovía, montaron, con nocturnidad y alevosía, una concentración parcelaria y me la expropiaron, dándome otra tierra que está al otro lado de la Calzada auténtica y que me ha ocupado el Ministerio de Fomento para la autovía.

En noviembre de 2005 me entero por mi hermano de que en Mansilla terminan de hacer una concentración parcelaria y que me han birlado la tierra que podía ser recalificada. El 2 de marzo de 2006 se determinó (para los parvulillos) el trazado definitivo de la autovía. En julio de 2009 y con motivo de la ocupación de mi nueva tierra por la autovía, me dirijo a la Junta de Castilla y León y al Ayuntamiento de Mansilla en los siguientes términos: “Sin embargo esta tierra que me ocupó Fomento no era mía, con la mía recalificada in péctore se haría y se hará negocio, aunque más tarde de lo calculado por el derrumbe del ladrillismo político-banquero. Entonces les espero en el juzgado (mis cartas son un divertimento preparatorio), porque tiene narices eso de concentrar y desconcentrar parcelas agrícolas durante cuarenta años para recoger los siguientes frutos agrarios: cárceles, autovías, polígonos o prepolígonos industriales, urbanizaciones y más recalificaciones in péctore. ¿Se puede llamar a esto concentración parcelaria? Piensen y contesten con claridad de conciencia, ¡coño!” No he tenido contestación y es natural porque conciencia, claridad y valor son conceptos que ya no existen fuera de una recalificación.

Y si es demencial el trazado de la autovía juzguen Vdes. lo siguiente: una concentración parcelaria entre urbanizaciones, cárceles, autovías, polígonos industriales, recalificaciones in péctore...

¿Cui pródest? Respuesta: a los que se quedaron con mi tierra recalificable que serán los mismos que trazaron el mapa falso. Ahora, la tierra que se dignaron darme, como ellos sabían, está ocupada por la autovía, las suyas y las que la concentración les dio, entre Mansilla y la Calzada, están dispuestas para recalificar, pero llegó el derrumbe del ladrillismo político-banquero y aquí paz y después millones por metro cuadrado de paramera y éstos si que son la gloria que (como se decía en los sermones de antes) para todos como para mí deseo y mira cómo se la buscan los muy … gloriosos señores.

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