Por Julio Lago Rodríguez, Profesor de la Facultad de Económicas Universidad de León
Asistimos, desde hace meses, a un debate permanente sobre la necesidad de construir una gigantesca línea de alta tensión, denominada Sama-Velilla, entre Asturias y Palencia a lo largo y ancho de la montaña central y oriental leonesa.
La polémica ha surgido porque este macro tendido requiere instalar torres metálicas de una altura similar al edificio Faro de Trobajo del Camino cada 500 metros a lo largo de 120 kilómetros, 80 de ellos en territorio de la provincia de León. Una auténtica barbaridad. Los promotores del proyecto, el gobierno autonómico asturiano y la empresa Red Eléctrica de España (REE), argumentan que la línea es necesaria para evitar problemas de evacuación y de suministro eléctrico en Asturias y en España, alertando incluso sobre los peligros, léase apagones y colapsos, que conllevaría no ejecutarla. Veamos que hay de cierto en tales argumentos.
De entrada, habría que conocer la realidad del sistema eléctrico español. Para este propósito son muy útiles y solventes los informes que anualmente elabora REE. Como primer análisis económico se comprueba que España dispone de una capacidad de generación que duplica lo que el país es capaz de demandar incluso en horas punta. Existen más de 90.000 megavatios (MW) de potencia instalada peninsular, mientras que el consumo instantáneo de electricidad nunca ha superado el record de los 45.450 megavatios (MW) que se alcanzó el 17 de diciembre del año 2007. A este respecto es muy aleccionador el comunicado oficial que REE emitió ese día, pues resalta que el sistema eléctrico pudo atender sin dificultad una demanda histórica. Así mismo es la propia REE la que afirma en sus informes periódicos que la calidad del servicio y la seguridad de suministro del sistema eléctrico español es alta, plenamente satisfactoria, aunque la potencia instalada nunca esté operativa o disponible al 100%, ya sea por falta de agua y viento que hagan funcionar los embalses y los parques eólicos o por razones de mantenimiento y averías puntuales que puedan sufrir las centrales térmicas alimentadas por uranio, carbón y gas natural.
Así lo ha ratificado el ministro Miguel Sebastián en su comparecencia de la Comisión de Industria, véase el diario de sesiones, del 31 de julio de 2009 en el Congreso de los Diputados, no siendo pocos los organismos y expertos que coinciden en este dictamen. Honorato López Isla, hasta fechas muy recientes consejero delegado de Unión Fenosa, hoy fusionada con Gas Natural, y quizás uno de los directivos con más prestigio dentro del sector, ya advertía en junio de 2007 el exceso de potencia instalada, llegando incluso a señalar que funciona, de media, al 50% de su capacidad. Un diagnóstico de sobrecapacidad que ha sido reconocido en fechas más recientes, entre otros, por Céntrica Energía, una de las principales empresas comercializadoras del país, y por el Operador del Mercado Ibérico de Electricidad (OMEL).
Resulta evidente que la oferta de generación ha crecido más que la demanda eléctrica. Una demanda eléctrica que, si se consultan de nuevo los informes de REE, viene experimentando incrementos decrecientes desde el año 2003. Un dato silenciado por quienes postulan la ejecución de la línea. Bajo este escenario energético plantear, como hace Asturias, la necesidad de la Sama-Velilla porque es preciso dotar de más capacidad eléctrica al sistema no tiene fundamento. Como no tiene fundamento argumentar que Asturias está en riesgo de colapso por la falta de esta línea. De nuevo, si se consultan los informes de REE se comprueba que el sistema eléctrico asturiano ofrece niveles de calidad plenamente satisfactorios, medidos tanto por el indicador de energía no suministrada al sistema (ENS) como por el indicador de tiempo de interrupción medio (TIM) por incidencias en la red de transporte.
No son, por tanto, objetivas las razones técnicas esgrimidas para justificar este tendido ni la puesta en marcha de nuevas centrales eléctricas, hasta cinco alimentadas por gas natural, en la comunidad autónoma vecina. Poco hemos aprendido del grave empacho de ladrillo y de sus nefastas consecuencias para la economía española por haberse saturado, sin una verdadera necesidad, la construcción de viviendas. En todo caso, en el futuro, de ser necesario, la ubicación de nueva capacidad de generación tendría que orientarse hacia regiones del país con déficit permanente entre producción y consumo eléctrico, caso de Madrid, Valencia, Cataluña, País Vasco y Cantabria.
Sería mucho más sensato planificar de esta manera. Ahorraría la realización de costosas líneas de muy alta tensión, las pérdidas en el transporte de kilowatios y los fuertes impactos medioambientales. Así lo ha aconsejado en febrero de 2008 Victoriano Casajús, ex director general de REE. Incluso así se recoge como postulado fundamental en el nuevo modelo energético para España diseñado por la Fundación Ideas del PSOE.
Cabe preguntarse qué sentido tiene programar la construcción de más equipamiento eléctrico en zonas que pueden distar 400 o más kilómetros de las áreas de consumo, máxime cuando regiones del país con importante déficit eléctrico disponen de plantas regasificadoras infrautilizadas que bien podrían abastecer, de ser necesario, la instalación de nuevas centrales de gas natural. Son los casos de Barcelona, cuya planta regasificadora se utiliza al 43% de su capacidad nominal, Bilbao, empleada al 67%, y Sagunto, al 80%. Una situación de no pleno aprovechamiento de las infraestructuras gasistas que también se detecta en el resto de plantas regasificadoras ya existentes: Huelva al 42%, Cartagena al 35% y Mugardos (La Coruña) al 47%. Ante esta realidad resulta difícil entender la insistencia en construir una más, en el puerto de Gijón, cuando el funcionamiento de las ya operativas ofrece los niveles de utilización antes apuntados. El despropósito, por no introducir un mínimo de racionalidad económica en la planificación energética, puede ser mayúsculo. El diagnóstico es claro. Se están empleando argumentos falsos para justificar un macro tendido eléctrico innecesario, muy agresivo para unas comarcas de montaña que tienen en el medioambiente, en su patrimonio natural, su primer recurso económico. Resulta obligado constatar, manejando datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística, que en agosto de 2009 León se ha convertido en el quinto destino español por turismo rural. Un logro que tendría que hacer reflexionar sobre los daños, irreparables, que causaría la Sama-Velilla a las posibilidades de desarrollo de la montaña central y oriental leonesa.
Queda fuera de toda duda que el proyecto encierra mayúsculas falsedades. Tantas como decir que el impacto ambiental de una línea eléctrica como la descrita pueda calificarse de moderado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario