viernes, 3 de enero de 2014

El silencio de los corderos

Por Julio Gómez Tranche, autor de Diario de un camionero leonés, publicado el 30.12.2013 en www.leonoticias.com (http://www.leonoticias.com/frontend/leonoticias/El-Silencio-De-Los-Corderos-vn134024-vst424#.UsFmCqxTO8g.facebook)

Termina el año 2013, un año en el que lo mejor que podemos hacer con su memoria es olvidar, sobre todo lo malo, porque lo bueno siempre queda en nuestra mente y lo recordamos a lo largo de nuestra vida, sobre todo si la miramos con una actitud positiva. Un año cargado de reformas y más reformas de las reformas, de ajustes y más de ídem –sin ánimo de repetirme-. Enumerarlas todas y cada una por separado sería una ardua tarea que llenaría páginas de este diario digital y aun necesitaría ediciones de más de un día.

Pero este no es el motivo de mi artículo, ni tampoco el objetivo. Quisiera aprovechar este último escrito del año para advertir de lo que se avecina en el año que comenzará justo después de que terminen las campanadas de nochevieja. No pretendo, ni mucho menos, ser adivino ni pájaro de mal agüero, pero si no lo remediamos esto podría llegar a ser real.

Tendremos un gobierno impuesto por los grandes poderes económicos mundiales. Esos que tantas veces hemos visto en películas, sobre todo norteamericanas, que manipulan candidatos y elecciones convirtiendo la democracia en algo modelable a sus intereses colocando en el poder a tecnócratas dispuestos dócilmente a cumplir sus intereses con comas, puntos, interrogaciones y faltas de ortografía incluidas. No se trata de que nos gobierne la derecha o la pseudoizquierda, da exactamente lo mismo. Que nadie olvide que ellos fueron los que nos metieron en la cabeza eso de pagar la deuda pública que curiosamente ellos mismos generaron. Su disculpa y su argumento usado hasta el extremo fue que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades y caímos en la trampa de su burbuja inmobiliaria hipotecando nuestro futuro, el de nuestros hijos y el de nuestros nietos. Porque nadie se llame a engaño, cuando se firma un crédito bancario les estamos entregando en bandeja nuestro futuro de ciudadanos honrados que se partirán el lomo con tal de devolverles el dinero.

Pero tan solo basta con revisar las medidas del gobierno en estos dos últimos años en el poder, y también –porque no- los últimos del anterior de Zapatero. Caemos como moscas en la miel en su política de grandes gestos, pero pasamos por alto las de mayor calado que nos afectan directamente ya no solo a nuestros bolsillos, también a nuestros derechos y libertades.

Eliminaron la ayuda de 420 euros a 688.000 parados que ahora se ven obligados a mendigar, a aceptar trabajos de semiesclavitud, a buscar comida en contenedores, a vivir de la ayuda de las ONGs, con consecuencias que pueden llegar a ser trágicas, basta con recordar dramáticos sucesos recientes. Condenan a los jubilados a pasar frío y penurias con la subida de la factura eléctrica de un 2,3% y como limosna les dan un aumento del 0.25% en sus humildes pensiones.

No se trata únicamente de criticar a este gobierno. La corrupción política salpica en mayor o menor medida a los partidos políticos y a los sindicatos pesebreros y serviles. Pero la realidad es la que es. Políticos que llegan a cobrar 230.000 euros al año. Ellos mismos se adjudican inmediatamente después de ser elegidos sueldos desorbitados si se comparan con el salario medio de los currantes sirviéndose de nuestros votos para sus fines. Se conceden jubilaciones suculentas por tan solo unos años en las Cortes mientras a los trabajadores nos piden 40 años de cotización –los que aún tenemos la suerte de poder hacerlo-. Los banqueros imponen su criterio al gobierno mientras muchos de ellos tendrían que estar en las cárceles por fraude fiscal, tráfico de influencias y pago de mercedes serviles. Nos roban de nuestros impuestos para pagar la deuda de sus bancos. Especulan con nuestro dinero para comprar deuda pública y seguir enriqueciéndose.

Tenemos una monarquía que es la vergüenza mundial con algunos de sus miembros llevándoselo crudo y por la cara, que no duda en apoyar a dictaduras con tal de acudir al olor del dinero, con un sistema medieval.

Pero mientras tanto la gran mayoría de los españoles callados, como mucho nos quejamos en los bares y poco más. Las calles cuando se llenan de miles de manifestantes son vigiladas y estos apaleados por las fuerzas policiales a quienes ampara una Ley de Seguridad Ciudadana. Por mucho que sean funcionarios públicos con sueldo y pagas extras congeladas a los que, por cierto, han comenzado a privatizar. En países como Grecia, Italia o aquí al lado, en Portugal, los trabajadores y los jóvenes se baten el cobre en la calle para defenderse de las agresiones de la Troika. Pero en España tan solo unos pocos se mueven. Eso sí, somos capaces de armar la “marimorena” ante cualquier éxito u ofensa deportiva, de llenar las páginas del Facebook o del Twiter con nuestra vida diaria previamente documentada de fotos y videos. Consentimos la censura en los medios de comunicación, la manipulación judicial, el sacrificio público y vergonzoso de jueces como lo fue Garzón y ahora Elpidio Silva por el caso Caja Madrid.

Lo ideal sería conseguir un gobierno democrático que terminara de una vez por todas con el fraude fiscal que en España es del 23% del P.I.B, muy por encima de la media europea. Con un par de co... para que la banca devolviera al erario público los miles de millones que todos les hemos dado, y en lugar de seguir enriqueciendo a sus accionistas se facilitara el acceso a las familias y empresas a créditos bancarios asumibles. Que fomente de una vez por todas la auténtica competencia entre las multinacionales que nos lleve a servicios y productos más baratos terminando con sus desmanes, entiéndase eléctricas, petroleras y de telefonía, por ejemplo.

Que acabe de una vez por todas con la duplicidad en administraciones públicas, con los cargos de confianza plagados de asesores cuyos millonarios sueldos salen de nuestros impuestos. Con servicios públicos gratuitos y de calidad. Que los políticos corruptos devuelvan hasta el último céntimo robado y paguen con la cárcel y con el desprecio de todos los ciudadanos honrados su caradura.

Porque es indecente que un profesor, un médico o un funcionario cualificado y capaz gane menos que un concejal de cultura de un ayuntamiento de tercera que no fue capaz de terminar la EGB. Que el salario mínimo de un trabajador sea de 624 euros y el de un político pueda llegar a más de 7.000 euros mensuales además de tener más de 5 meses de vacaciones anuales.

Un gobierno que termine de una vez con las ayudas públicas a los partidos políticos y a sindicatos que se comportan como estómagos agradecidos olvidando su verdadero fin que no es otro que el de defender a los trabajadores. Que termine de una maldita vez con esa especie de “derecho de pernada” que tienen los políticos para asegurarse su futuro por el simple hecho de que puedan hacer con nuestros derechos lo que les dé la gana. Que se le exija un mínimo de formación profesional y cultural para acceder al puesto, con la misma igualdad que se reclama un título universitario o profesional a un trabajador público o privado que nos garantice una capacidad para ejercer el puesto.

En definitiva lo único que pretendo es que despertemos de una maldita vez los más de 46 millones de españoles y dejemos de comportarnos como serviles corderos en una nueva versión silenciosa que bien podría llamarse El silencio de los corderos.

¡Feliz 2014!

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