viernes, 5 de julio de 2013

Tapando el pasado

Por Víctor Bejega García, arqueólogo especializado en arqueología prehistórica, romana, castreña y medieval, publicado el 20/05/13 en León Directo (http://www.leondirecto.com/tapando-el-pasado/)

Que la Historia es un lío está claro. Esta semana hemos asistido a uno de esos líos en nuestra propia tierra, un lío que viene de lejos. Nos referimos al caso de Ad Legionem VII Geminam, el asentamiento civil vinculado al castra legionense que entre los siglos I-III creció en torno a la Vía I del Itinerario de Antonino. Es curioso que dos mil años después una nueva vía que, casualmente discurre por el mismo trazado, sea la amenaza que se cierne sobre este antiguo asentamiento.

Nos remontamos hasta el siglo I d.C., cuando la Legio VII Gemina releva a la Legio VI VIctrix en el control del noroeste de Hispania e inicia la construcción de vías, canales, puentes, minas... Poco a poco, la población civil se había ido asentando en las inmediaciones del campamento, con comerciantes y artesanos en busca de negocio seguro. Familiares de los soldados y veteranos iban aumentando su población que crecía progresivamente hasta configurar un amplio núcleo urbano lleno de vida y ruido. Uno casi puede imaginarse los mercados, el bullicio, los comerciantes con sus ostras y su garum, las tabernas y los prostíbulos abiertos, los herreros confeccionando algún pugio (puñal) de encargo para algún soldado, los hábiles joyeros fabricando un delicado collar de oro y azabache para la mujer del legado... el primer obispo cristiano de León y Astorga vivió en ese asentamiento hasta que, unos años después una crisis global afectó al Imperio y, entre otras cosas, contribuyó a que la población civil se trasladase al interior de un campamento reducido ya en soldados. Soldados y civiles que se unen en un mismo emplazamiento, el origen de León.

Mil setecientos años de tierra y silencio después, el ruido de máquinas y obreros despertó al yacimiento de su letargo. La antigua Ad Legionem se presentaba a los leoneses, primero como una sospecha, luego como un hecho. Sus calles y casas volvían a ver la luz, sus tesoros eran desvelados para contarnos su Historia. Pero de nuevo una crisis global es el contexto que la amenaza. Curiosas estas analogías de la Historia...

El mal entendido progreso, ese que no concibe la integración del pasado como parte del desarrollo, proyecta un vial por encima de los restos. Y ahí surge el lio. ¿Conservar o destruir? La solución “integradora” de ambos conceptos, proteger asfaltando, es un ejercicio de malabarismo dialéctico que, despejada la ‘x’, nos lleva a comprender que esos restos sólo verán la luz cuando los arqueólogos del futuro excaven un vial del siglo XXI para encontrar debajo los restos del siglo III. Por cierto, menudo lío estratigráfico van a tener en su momento... pero ese lío ya no nos toca...

De sobra son conocidos los argumentos que, a favor y en contra, se han venido esgrimiendo sobre este tema. Es por ello que no voy a repetirlos de nuevo. Pero sí me gustaría reflexionar sobre este lío, para que cada quien saque sus propias conclusiones. En primer lugar, y extensible a otras muchas cuestiones, la crisis es el escudo perfecto para esconder las intenciones. Si se argumenta que no se musealizan los restos arqueológicos porque no hay dinero, uno se pregunta de donde sale el capital para su tapado y para construir el vial. Cuestión de prioridades supongo.

Por otro lado, si uno observa el desalentador estado de la economía leonesa, con campo, minería, ganadería,... surge la pregunta de hacia dónde ir. ¿Cuáles son nuestras mayores riquezas? Patrimonio Natural e Histórico-Cultural. Y es ahí donde deberían buscarse las respuestas para resolver, no sólo este lío, sino el lío general en el que las malas decisiones nos han ido metiendo. De lo contrario, alguien en el futuro escribirá sobre esta Historia, relatando que no supimos salir de nuestro embrollo.

Pocas ciudades tienen la oportunidad que tiene León de relatar una historia continuada de dos mil años y acompañarla con un viaje sensorial para cada episodio. Pocas ciudades desprecian unos recursos así del modo que aquí se hace. La crisis del siglo III sepultó Ad Legionem. ¿Hará lo mismo la crisis del siglo XXI?

Nuestro futuro pasará por la gestión de nuestro pasado, no lo olvidemos.

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