lunes, 19 de marzo de 2012

Ordeñando la sequía.

Por Ramiro Pinto Cañón

Cuando al Principito le enseñan el dibujo de una forma que a una mirada superficial le parece un sombrero, él vio la realidad, una serpiente se había comido un elefante.

Hay sequía y rápidamente las organizaciones agrarias claman por hacer más embalses sin darse cuenta que al hacer más y más aumenta la sequía. Siguen la lógica de que pesa más un kilo de hierro que un kilo de paja. No se dan cuenta que da lo mismo que haya dos o cien embalses. Si no llueve no se llena ninguno. Antes se sacaban santos, ahora se quieren más embalses, pero las procesiones no hacen daño, los embalses sí, porque la falta de masa forestal y la vaporización del agua en zonas montañosas afecta y mucho al cambio climático junto a otros factores humanos.

Los expertos hablan de la intensificación de la sequía por causa del cambio climático, se evapora antes la nieve y no cala bajo tierra ni se embalsa, los ciclos de sequía van a pasar de ser cada cien años a suceder cada década, lo que afecta al regadío y también al secano porque si no llueve no germina el cereal.

Y es que la avaricia rompe el saco, esto es lo que está pasando. Los sindicatos agrarios no ven cuan importante son las flores, que para el Principito es el único problema que hay que resolver, saber si el cordero se ha comido o no la flor. En León sí, devoraron los capilotes y es hora de corregirlo antes de que convirtamos toda nuestra tierra en un desierto.

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