Por Enrique Javier Díez Gutiérrez, Profesor de la Universidad de León, publicado en Tribuna de Diario de León el 05.01.2012
El mismo día en que el Partido Popular decidió congelar el salario mínimo en 641,40 euros, por primera vez desde que se creó hace 46 años, nos enteramos de la estupenda noticia real, aplaudidísima los dos grandes partidos mayoritarios, de que el Rey gana (contando que no tiene que gastar prácticamente nada, pues hasta las recepciones, cenas y demás no entran en su sueldo) casi 300.000 euros. Casi cuatro veces más de lo que cobra el presidente del Gobierno (78.185 euros).
Estos 292.752 euros de remuneración que cobra Juan Carlos de Borbón es el 3,47% de la tarta de los 8,43 millones, que es presupuesto oficial de la casa real en el 2011. Aunque siguen sin conocerse muchos de los gastos de la monarquía española que están desglosados en distintos departamentos ministeriales (la seguridad de la familia real, los viajes en aviones, el parque móvil, el mantenimiento de la Zarzuela, etc.). De hecho hay cinco ministerios que tienen en sus presupuestos gastos originados por la Casa Real y que no se cuentan.
Rápidamente han salido a la palestra los justificadores de lo injustificable, alegando que el suelo del Rey no es tan alto, si se compara con lo que perciben otros altos cargos (como Artur Mas, el presidente autonómico catalán), o bien con el de las pocas casas reales europeas que aún quedan. Como si el que muchos roben fuera consuelo para el que sufre el robo, aplicando el refrán popular de que «mal de muchos, consuelo de tontos». Incluso alegan que así se ha acabado con 32 años de secretismo, abriendo las cuentas reales a la transparencia, olvidando que ésta «transparencia» ha sido forzada, como recordaba irónicamente Jose Luis Centella, el portavoz de Izquierda Unida en el Parlamento, por el escándalo que envuelve al duque de Palma, el famoso yerno del rey, Iñaki Urdangarín, por su reciente imputación por prevaricación, malversación, fraude a la Administración y falsedad documental. Está claro que el affaire Urdangarín ha obrado algunos milagros en la Corte. Centella ha recordado además que Izquierda Unida ha solicitado reiteradamente durante años las cuentas de la Casa del Rey mientras que PP y PSOE no apoyaron nunca esa petición.
El problema no es sólo la desproporción entre un pírrico salario mínimo y lo que cobra el rey. Lo preocupante es el mensaje que traslada Rajoy al recortar el salario mínimo interprofesional: «la austeridad bien entendida empieza por los más pobres». Esta congelación es un claro aldabonazo de partida para indicar que se deben congelar todos los salarios, pues el Salario Mínimo Interprofesional se usa como referencia en todos los convenios laborales. Los empresarios, en pleno proceso de negociación con los sindicatos, parecen haber acusado recibo del nítido mensaje que les envía el gobierno.
La crisis fue la excusa también para que el anterior presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, abandonase su compromiso de colocar el salario mínimo en 800 euros al final de la legislatura. Pero esta congelación es una declaración de intenciones y una señal de que los recortes que van a poner en práctica van a ser todavía peores. Es así como se construye un estado de pánico y una vez que la gente tiene miedo, es más fácil que asuman el resto de los recortes.
Esta congelación a quien castiga es a las personas que se encuentran en peor situación. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, en el 2010, 1.800.000 de personas percibían salarios por debajo de 707 euros mensuales, la mayoría en trabajos a tiempo parcial, aunque hay miles de trabajadores y trabajadoras que no tienen convenio colectivo y cuyas condiciones de trabajo son peores. En los niveles salariales más bajos se concentran, además, más mujeres que hombres y más jóvenes.
El Salario Mínimo Interprofesional ha perdido 5.5 puntos de poder adquisitivo en los últimos años. En el 2011 la pérdida del poder adquisitivo ha sido debida tanto a la pírrica subida del Salario Mínimo Interprofesional (un 1,3%), como a la subida de los precios de los productos (alcanzó un 3,3% en noviembre de 2011). Eso supone que el poder adquisitivo sufrió un retroceso del 2% este año. Como denuncian los sindicatos, desde el 2007 el Salario Mínimo Interprofesional ha ido perdiendo peso sobre el salario medio, alejándose del objetivo del 60% del salario medio neto establecido por la Carta Social Europea. Ese objetivo del 60% supondría un salario mínimo de 1.026,43 euros al mes. El Salario Mínimo Interprofesional español es, además, de los más bajos de la Unión Europea, muy por debajo de Francia, donde se sitúa en 1.365 euros, o Reino Unido, donde es de 1.085 euros.
Mientras, el salario del Rey es lo que ganará una persona que percibe el Salario Mínimo Interprofesional en toda su vida. Además cualquier trabajador o trabajadora debemos pagar alquiler de casa, luz, agua, mantenimientos varios, gas y todo lo que adquiramos.
En estos momentos la verdadera necesidad de los trabajadores y las trabajadoras, que soportan desde hace tiempo la gravedad de la crisis, es justo la contraria de congelar el Salario Mínimo Interprofesional, es decir, una adecuada elevación del mismo, así como la adopción de distintas medidas para mantener la protección a las personas desempleadas. Pero esta medida tiene que acompañarse con medidas normativas que establezcan una relación entre el salario mínimo y el máximo. No se puede entender cómo Urdangarin gana por sus tres cargos en Telefónica más que el Rey, alcanzando casi los 600.000 euros brutos anuales. Está claro que quienes han adoptado la medida de congelar el Salario Mínimo Interprofesional seguramente no han cobrado nunca el salario mínimo. O construimos una sociedad basada en principios de justicia y relegamos los principios del lucro y la ganancia, o nuestra sociedad democrática está abocada al fracaso. Como dijo Atahualpa Yupanqui «hay algo más importante que saber si existe dios, y es que nadie escupa sangre para que otro viva mejor».
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