domingo, 13 de marzo de 2011

El mundo de Mad Max (1ª parte)

Capítulo I: Porque la praxis de la vida manda.

Por Julio A.R. de "Noroeste Leonés" (http://lacianababia.blogspot.com)


El pasado 25 de febrero, la sección Aquí y ahora, que Nuria Alonso publica en EL MUNDO DE LEÓN, llevaba el iluminado título de Bendita luz. Columna abajo, la autora disertaba sobre geoestrategia, política, socioeconomía, filosofía clásica, energías, entalpías y entropías. Seguidamente desdeñaba los discursos sesentayochistas que quedan muy bien en mundos utópicos que han glosado desde Platón a Tomás Moro. Y remataba con un párrafo sobrecogedor: ¿Qué hubiera ocurrido si estas revueltas –las de los gaseosos países árabes- se hubieran producido con nuestras minas cerradas? ¿Alguien se ha parado a pensarlo?

Pues supongo que sí, doña Nuria, que alguien se ha parado a pensarlo. Verá: las minas de Laciana y Babia ya están cerradas desde hace años. Las dos maquinarias de poder, codiciosas, incompetentes y además cobardes –o tragas o te pongo tres mil trabajadores en la calle-, aceptaron el cierre de todos los pozos, la eliminación de miles de empleos y dejar el patrimonio de estos valles a merced del siniestro tinglado de las explotaciones a cielo abierto.

En caso de una súbita, verdadera y angustiosa emergencia energética mundial (tipo película o profecía de Mad Max), en dos tardes se podría echar mano del yacimiento de Laciana y Babia y extraer el carbón que casi aflora en las cumbres. Para retrasar dos o tres meses el fin del mundo, estaría justificada la explotación a cielo abierto de esa reserva tan accesible. Pero resulta que ya se ha consumido en gran parte. Me refiero a la parte de las vetas que estaba a flor de piel y que el tinglado empresarial lleva veinte años esquilmando mientras apaña subvenciones públicas, sin utilizar apenas mano de obra, gastando ingentes cantidades de aceites, gasoil y dinamita (o sea petróleo, Nuria) y dañando sin vuelta atrás un capital que debiera ser eterno y favorecer otras posibilidades de vida.

Del destrozo de Laciana y Babia procede gran parte de los dieciocho millones de toneladas de carbón que llevan mucho tiempo tiradas, algunas en espacios habilitados y la mayoría en las riberas del Sil. Montañas de escándalo cuyo peso, calidad y coste real no sabemos quién controla -¿lo controla alguien?- y que serían suficientes para que las centrales térmicas leonesas funcionasen durante varios años.

O sea que sí, que algunos nos hemos parado a pensarlo. Y también nos hemos parado a pensar que uno de los grandes logros de la especie humana es haber producido cerebros como los de Platón y Tomás Moro. No sé si añadir el de Karl Marx, filósofo convencido de que el progreso en la ciencia y la tecnología permitirán el crecimiento exponencial de la población por tiempo indefinido. De momento, la cosa no lleva buena pinta, pero si usted cree que la praxis de la vida debe mandar ...

La praxis. Gato blanco o gato negro, ¿qué más da?

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