jueves, 15 de abril de 2010

Riaño y la CHD, el colmo de la estupidez

Por Plataforma por la Recuperación del Valle de Riaño

Sobre el papel de prensa del Diario de León leemos estos días con indignación, q ue «la Confederación Hidrográfica del Duero toma medidas para la puesta en marcha de los regadíos del canal de Payuelos». La Plataforma por la Recuperación de Valle de Riaño, los del caldero, no podemos quedar callados ante semejante anuncio. Aunque sólo sea para repetir un vez más (y las que hagan falta) nuestros conocidos argumentos frente a la desvergüenza, de esos, que puestos por todos nosotros, «gobiernan» la destrucción de nuestros ríos y valles con total impunidad. Y lo hacen, como ha sido el caso de Riaño, desde el mayor desprecio hacia quienes sufren las consecuencias de sus grandes proyectos hidrológicos. Actos que han destruido valiosas comarcas en la Montaña de León. Verdaderos tesoros, ríos y valles-¦.y dicho sea de paso, las vidas de las personas que viven en ellos.

¿Que es la CHD? La bestia negra de Riaño y tantos otros valles. Estúpida arrogancia y muchos millones de euros para quien esté más apuesto en la subasta-¦y por supuesto, absoluta impunidad.

Los que ahora llevamos caldero en mano recordamos de chavalones ver por los corrales del pueblo a un hombre con abrigo de paño verde, un loden, que repartía cartas de desalojo como si nada. Años más tarde, dirigía las obras de demolición de las casas. Han pasado 23 años y estos días leemos en la prensa esta noticia. Por increíble que parezca, sucede. Y por increíble que parezca, nada sucede-¦nada. No pasa nada. Se acepta. Millones y millones de euros de las arcas públicas, al pozo. ¿Y para quién?.. Hoy, como ayer, para los mismos: kilowatios y hormigón.

Ante este panorama, Riaño, los que somos de ahí, los que de niños lo hemos mamado, llevamos dentro todo el furor cívico que nos da su fuerza. Riaño (y su comarca, que nadie se confunda) como dijo en 1987 el escritor leonés Juan Pedro Aparicio, es la fuerza. A pesar de haber sufrido el acoso y derribo desde hace 46 años de su bestia negra, la llamada, Confederación Hidrográfica del Duero.

A pesar de los pesares, trabajamos con el ímpetu de quien sabe que hace lo correcto. Lo correcto, lo sencillo. Por complicado que algunos lo quieran poner en sus tan mencionadas leyes y decretos, directrices de ordenación, burocracia a mogollón, o tribunas de opinión. Todo ello, lleno de consideraciones de todo tipo menos de lo que de verdad se trata. Letras torcidas para hablar de orden. ¿Qué es eso? Confusión a diestro y siniestro para los no eruditos que no somos pocos, cuando lo único que hay que hacer es lo evidente para todos; enmendar un entuerto: Riaño. Recuperar el valle de Riaño-¦es nuestro relincho vadiniense.

La máquina de coser de la señora Remi por la que se declaró un ser, sin ser, para cobrar más; poco importa ya. Después de este tiempo, la máquina debe estar lo más cerca, tirada en algún descampado del páramo leonés. Un despilfarro.

La preocupación por lo que costaría o no la regeneración física y social del valle de Riaño, sorprende que no tenga en cuenta el enorme despilfarro que se está llevando a cabo en las obras de infraestructuras faraónicas en nombre de «los regadíos» del Esla (la causa legal del pantano). Un enorme agujero negro de dinero público que, dígannos ustedes, ¿para quién?, ¿para qué?, ¿para regar? Preguntémosle a los regantes que hace 23 años pedían a gritos el cierre de Riaño. Ahora, ya no quieren regar, algunos quieren cementerios nucleares. Increíble. Para la Montaña, indignante. ¿Para poner un cementerio nuclear se anegaron ocho pueblos y todo un próspero valle?

El coste de recuperar el valle de Riaño nunca alcanzaría tan astronómicas cifras. Su objetivo estaría bien claro y su fundamento, más que justificado. Estudiosos reconocidos sobre el tema, calculan que no sería ni un tercio de lo ya gastado en no se sabe que.

¿Qué hemos hecho para merecer esto?, nos preguntamos muchas veces. ¿Para cuándo la Montaña? Un primer paso para compensar tanto agravio, es una reducción de la superficie anegada por el pantano hasta la cota 1080 (Puente Pedrosa). Todo un revulsivo para la Montaña y algo en lo que estamos trabajando con expertos y autoridades desde las Jornadas del Caldero en Riaño de mayo del 2009.

El Esla no es un río desde hace tiempo. Está destrozado. Ya no ecológicamente, sino que su curso, lleno de obras y transformaciones, lo tienen ajeno a sí mismo. Al hecho de que corra el agua por un curso, no lo deberíamos llamar río. El río es algo más que eso, y parece que en este país nuestro, aun no lo entienden ni los más «listos». Así nos va.

Mientras podamos deberíamos visitar los ríos más a menudo, sobre todo con los más pequeños, para saber de verdad, o por lo menos intuir, el precio que pagamos por nuestra despíta ignorancia. Con todo nuestro furor cívico a todos os decimos de nuevo: Riaño vive-¦ y tarde o temprano, ¡vaciaremos el pantano! Caldero a caldero.


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