miércoles, 28 de marzo de 2018

Soraya

Por  José Luis Gavilanes Laso, profesor universitario y escritor


Los cazurros estamos de enhorabuena. La señora vicepresidenta del Gobierno, doña Soraya Sáenz de Santamaría, pese a haber nacido en Pucela, nos ha confesado hace unos días en León el cariño especial que siente por esta ciudad. Con igual zalamería se manifestó recientemente en su visita penitencial el presidente don Mariano, añorando también su estancia por aquí en edad juvenil. Enternecedor. ¡Como para quejarnos de estar desamparados de arrumacos por los más altos dirigentes del Estado! ¿Pero estas caricias que tanto me conmueven, está teniendo o van a tener algún efecto en la liberación a los leoneses de sus lacras sociales y económicas? Me temo que no. Porque doña Soraya, como don Mariano, no las reconocen, ya que todo para ellos es triunfo, pompa y circunstancia. Como otros tantos de sus colegas políticos, cuando llegan al poder, demuestran continuamente que su reino no es de este mundo por vivir en otro que es el mejor de los posibles.

Mire usted, doña Soraya, su afirmación de que “León sólo no tiene sentido ahora que Europa nos demuestra que el camino correcto es la integración”, tiene una réplica fácil. No le voy a hablar del caso de Gran Bretaña, porque imagino que lo conoce, ni el antieuropeísmo que se rezuma en los propios países de la Unión Europea, ni del problema de Cataluña. Yo le digo que esto de la “soledad” autonómica está registrado ya en España, por si usted no se ha dado cuenta, en La Rioja, Cantabria, Asturias, Navarra y Murcía, aunque aún no esté escrito en la Constitución. Parece que eso es para usted de absoluto sentido, racionalidad y gran funcionamiento. Frente a estas “soledades”, está el batiburrillo de nueve provincias que es Castilla y León. Si de lo que se trata con las autonomías es de descentralizar la administración del Estado, ¿a León qué más le da que el centro esté en Madrid o resida de facto en Valladolid?

Habla usted de que León “está tomando el dinamismo que merece”. Gracias. Pero el diccionario nos dice que dinamismo significa “movimiento”, “energía activa y propulsora”. Y yo le preguntó: ¿podemos hablar de dinamismo, cuando las estadísticas nos dicen que por estos pagos son mayores las defunciones que los nacimientos, y que el número de pensionistas está a punto, sino ha rebasado ya, a la población activa; cuando las cifras cantan que 5 jóvenes se marchan diariamente de su territorio; cuando en doce años han desaparecido por recortes en la enseñanza un millar de profesores; cuando en los diez últimos años se han perdido 52.000 habitantes; cuando en la propia ciudad pateando por un tramo aproximado de un kilómetro de sus calles hay una treintena de locales cerrados; cuando, como ha vaticinado el profesor de Geografía, López Trigal, en corto período de tiempo van a quedar despoblados el 20% de los pueblos leoneses; cuando, afortunadamente, los incendios en los bosques descenderán, pero porque cada vez habrá menos masa forestal que se queme? Para la despoblación y sus consecuencias, lo único que nos ha traído doña Soraya es un plan de vivienda aprobado recientemente, rehabilitación de las casas rurales, ayuda a los jóvenes que decidan quedarse en sus pueblos de origen y poca cosa más.

Sobre este último grave problema ha llego a mis oídos que al final del acto de intervención de doña Soraya en el Conde Luna, una persona del público asistente preguntó de dónde se iba a sacar el dinero para ésta y otras promesas, en una provincia como la de León, donde la producción, ahora sin el carbón, es escasa. La contestación de parte de los organizadores fue que hiciera el favor de abandonar la sala, puesto que, por intruso, no figuraba inscrito como asistente al acto, lo que era de obligado cumplimiento.

Pero eso sí, el Ave y la gastronomía, que añadidos al santo Grial de San Isidoro y a la Cuna del Parlamentarismo que nos arrulló, van a fomentar el turismo de tal manera que León se convertirá, a no dudar, en el referente de asuntos que van a ser el futuro más inmediato para nuestros hijos -los que vuelvan, si vuelven, claro es, del exterior-, me parece entender.

Ante tanta euforia, un amigo mío, Gavilaso de León, ha hecho unas coplillas que se ajustan muy bien a lo referido por doña Soraya en el Conde Luna, con el canto del «Ave, Ave María» en honor a la Virgen de Fátima, ya que estamos por Semana Santa.

“Un día de marzo
llegó a esta ciudad
Soraya en el Ave
con ganas de hablar

Ave, Ave, Ave en la vía,
Ave, Ave, Santamaría.

Que todo en la vida
es velocidad
por eso es que el Ave
trae prosperidad.

Ave, Ave, Ave en la vía,
Ave, Ave, Santamaría.

Que a toda esta tierra
la quiere a rabiar
y los que la oían
dieron por llorar.

Ave, Ave, Ave en la vía,
Ave, Ave, Santamaría.

Que gran dinamismo
se respira aquí,
Soraya está en Babia
o en otro país.

Ave, Ave, Ave en la vía, Ave Ave, Santamaría”.

Soraya se ha ido
y vuelva si cabe
con otros inventos
ya que mucho sabe.

Ave Ave Ave en la vía,
Ave, Ave, Santammaría.

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