martes, 21 de julio de 2009

LA SEGUNDA RECONQUISTA

Por Joaquín Cuevas Aller

Los seres humanos, cuando queremos conseguir alguna meta importante, tenemos que intentarlo casi siempre más de una vez. Si arrojamos la toalla al primer fracaso, habremos dicho adiós de una manera definitiva al objetivo deseado.

El Reino de Oviedo, luego León, (Asturias, Galicia y León), inició la Reconquista de España allá en el siglo VIII. El Viejo Reino Leonés, como es bien sabido, fue el Reino que más esfuerzos hizo en la reconquista y formación de España. ¿Es reconocido ese mérito fuera de la región leonesa? No solamente no ha sido reconocido sino que ha sido adjudicado a otro Reino, a Castilla. A Castilla, que no ha dado un palo al agua, se le ha adjudicado la reconquista y la formación de España. Esta manipulación de la Historia viene ya de muy lejos, concretamente del siglo XIII.

El entonces arzobispo de Toledo y canciller de Castilla, Don Rodrigo Jiménez de Rada ensalzó tanto a Castilla que dio a entender que ésta existía ya en la prehistoria. En cambio, el Reino de León fue ignorado por el arzobispo como si no hubiera existido.

Rodrigo Jiménez de Rada creó escuela y sus enseñanzas han sido intocables para la mayoría de los historiadores españoles. Entre sus numerosos seguidores y alumnos hubo en el siglo pasado un alumno aventajado, un alumno que nos toca muy de cerca. Se llamaba Julio Valdeón Baruque (q.e.p.d.). En uno de sus libros más famosos, “Los Trastámara”, aparecen con gran claridad las enseñanzas de Don Rodrigo. En el libro citado, aparece al menos una vez en cada una de sus 280 páginas la frase “Corona de Castilla”. A todos los Reyes les pone el apelativo único de Rey de Castilla. Claro que la Corona de Castilla se componía según él de: Castilla, País Vasco, Galicia, Castilla la Mancha , Murcia y Andalucía. Asturias y León no son citadas, o no existían o eran una parte insignificante, integrada desde el inicio de la Reconquista en Castilla. Y, actuando de árbitro caserísimo, dice que Valladolid ejercía de capital de toda la Corona de Castilla. Valdeón aporta numerosas opiniones de diferentes historiadores de la misma escuela. Todos ellos dicen lo mismo sin quitar ni añadir una coma. Y, para demostrar que conoce a fondo la Historia , aporta algunos documentos medievales en los que se habla de “varios reinos”, pero en ningún caso se habla de un tal Reino de Castilla. Hasta tiene la osadía de hablar de un hipotético Reino de Castilla y León, algo que todo el mundo sabe, incluso él, que nunca existió. Pero todo esto lo escribe de tal manera, que más que documentos parecen bromas de mal gusto. Por eso, nunca pone la fuente de donde sacó esos informes, como si quisiera que pasaran desapercibidos, como poco o nada interesantes.

Sorprendentemente en las páginas de “Los Tratámara” no se encuentra referencia alguna a poblaciones leonesas tan históricas como Astorga, Villafranca, Sahagún ni siquiera se encuentra referencia alguna a la ciudad de León, como si quisiera dar a entender que nunca existió dicha ciudad o hubiera desaparecido del mapa. Sin embargo, el libro está lleno de referencias a varias poblaciones de la provincia de Valladolid, como Mayorga, Olmedo, Medina de Rioseco, Medina del Campo, Peñafiel y otras.

Es increible que un Reino que, actuando en solitario, no fue capaz de reconquistar un solo metro cuadrado del territorio ocupado por el invasor ni de conseguir una sola victoria contra los musulmanes, haya alcanzado tal honor, (La victoria en la batalla de las Navas de Tolosa, fue una cruzada de todos los reinos peninsulares, incluído Portugal y fuerzas francesas. Es increíble que las dos únicas batallas que tuvo Castilla (en solitario) con los musulmanes terminaron en vergonzosas derrotas, las más vergonzosas de toda la Reconquista; las que cosechó Alfonso VIII en Alarcos y Baeza. Esta última derrota casi no figura en ningún libro de Historia por no tener que pasar la vergüenza de aclarar lo que pasó. A ver cómo explican la muerte de 20.000 soldados castellanos, en teoría a manos de mujeres, ancianos y niños, ya que después de la batalla de las Navas de Tolosa, no podía haber quedado ni un solo soldado musulmán, si las exageradas estadísticas que los historiadores dan a la batalla de las Navas fueran verdad. Castilla no levantó cabeza hasta que Fernando III heredó de su padre, Alfonso IX, el Trono de León. Lo demuestra el hecho de que Fernando III, a pesar de recibir el Trono de Castilla el año 1217, no se atrevió a atacar a los enemigos hasta que pudo disponer de las tropas leonesas el año 1230. Es increíble, digo, que un Reino que no dio un palo al agua en solitario se autoproclame y la proclamen la gran hacedora de la nación española, un honor que pertenece por méritos propios principalmente al Reino de León.

El próximo año 2010 se cumplen los 1100 años de la Fundación del Reino de León. Es el momento propicio para iniciar esa segunda Reconquista, la Reconquista de la Historia. Que España entera sepa y reconozca la existencia del Reino de León, el significado y la importancia que tuvo. Ha llegado el momento de poner fin a la manipulación de la Historia, a la marginación de León. Ha llegado el momento de que se cuente la verdadera Historia. Ha llegado el momento de decir que la fiesta de esta Autonomía ha terminado, una Autonomía que no ha traído más que problemas y pobreza a León, poniendo en riesgo la propia existencia del leonés como pueblo hermano, pero diferente a los otros pueblos españoles. Es la hora de los políticos y hombres de bien para hacer algo digno y justo por León. Los políticos tienen que empezar a creer que la Autonomía Leonesa es posible y constitucional. Luego deben comunicárselo a los ciudadanos por qué es posible y qué es necesario hacer para conseguirla. Es necesario lograr que los ciudadanos sean partícipes de esa Autonomía Leonesa porque la Autonomía se consigue con el pueblo leonés o no se consigue.

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