martes, 20 de mayo de 2008

Autonomía leonesa: una reivindicación socialista (II)

Por Daniel González Colinas, publicada el domingo, 6 de Enero de 2008 en el blog del PSOE de Coyanza (http://psoecoyanza.blogspot.jp/2008/01/autonoma-leonesa-una-reivindicacin.html)

En defensa de la igualdad: contra el nacionalismo castellanoleonés


Decía en el anterior escrito que la infame estrategia de los partidarios incondicionales de la persistencia de “Castilla y León” consiste en vincular la reivindicación de la autonomía para la región leonesa con ideas nacionalistas y posiciones defensoras de derechos colectivos. Esta inteligente maniobra ha sido forjada tanto por el Partido Popular como por algunos sectores del PSOE, lo cual ha contribuido poderosamente a su éxito y asimilación entre los leoneses desde el establecimiento del ente autonómico que nos ahoga desde la legalidad. Ahora bien, por suerte, no todos los ciudadanos asumimos felizmente todo lo que algunos políticos interesados nos lanzan desde el manchado púlpito oficial. Algunos paramos a pensar y, pronto, comenzamos a discernir. La consecuencia resulta atronadora: la estrategia de los socialistas y de los derechistas “castellanoleonesistas” comienza a resquebrajarse con el mismo sonrojo con que empezó a desmoronarse el régimen franquista.

La reivindicación de la autonomía para la región leonesa, como señala el título de estas líneas, se fundamenta netamente en ideas socialistas porque no es más que un acto que descansa sobre el cimiento de la anhelada igualdad. Los socialistas que demandamos el establecimiento de una comunidad autónoma para León (por consiguiente, también para Castilla la Vieja), en coherencia con un vector clave de nuestro ideario más básico, la igualdad, no tenemos en mente ningún desvarío nacionalista, identitario, metafísico, comunitarista, patriotero, colectivista..., como pretenden vender los evidentes “castellanoleonesistas”, sino el deseo de luchar por la igualdad para todas las regiones españolas, para que los ciudadanos de la región leonesa (y también los de la región castellana vecina, los castellanos) no sean desiguales con respecto a los demás ciudadanos españoles; para que puedan seguir siendo leoneses con naturalidad y absoluta normalidad; para que no se les imponga una nueva identidad esencialista, la “castellanoleonesa”, cuando eso nunca ha existido ni podrá existir más que en unos pecaminosos papeles totalitarios; para que no tengan que asumir una historia falseada e inventada; para que no tengan que pagar impuestos que se dedican a construir desde fundaciones, libros, publicaciones oficiales, artículos, fiestas... la nueva identidad, el nuevo pueblo, la nueva comunidad, el nuevo nombre, el nuevo gentilicio (¡se han inventado hasta un gentilicio!), la nueva nacionalidad histórica -que recoge el nuevo estatuto “castellanoleonés”-, el nuevo destino común que brota de la común historia...

Los socialistas que reivindicamos que la región leonesa disponga de una administración autonómica, en pie de igualdad con todas las demás regiones que integran la nación española, estamos en una tesitura enfrentada enteramente con posturas nacionalistas, anexionistas, reaccionarias, comunitaristas, colectivistas, fascistoides... Por eso mismo, no podemos tolerar ni, mucho menos, amparar o justificar el nacionalismo “castellanoleonés” que ha surgido con la creación política interesada de “Castilla y León”. En sí misma, “Castilla y León” es un ente o un producto nacionalista, sustancial y extremadamente nacionalista, ultranacionalista, que recuerda al peor nacionalismo conocido, el hitleriano o nazi, por su afán y voluntad anexionista, por el acallamiento de los territorios anexionados, por la invención y utilización falsificadora de la historia, por la execrable manipulación de los alumnos en las escuelas, por la creación de instituciones y organismos dedicados a fomentar la asunción ciudadana del nuevo pueblo “castellanoleonés”, por su táctica amenazante (“si León estuviera solo iría a la ruina”, cuando el nefasto y triste ocaso en que se halla es consecuencia directa de la desgraciada existencia de “Castilla y León”), por la ocultación de la cultura, arte, patrimonio e historia de los territorios anexionados (se podría decir incluso “colonizados”, por el saqueo objetivo e incuestionable de León que han ejecutado la provincia y la capital vallisoletanas, principalmente), etc.

En suma, los socialistas con conciencia clara y firme de socialistas no podemos más que repudiar y atacar la comunidad autónoma de “Castilla y León” (insólito caso de autonomía cuyo nombre se compone de dos partes unidas por una conjunción coordinante copulativa: algo significará esto...), porque rechazamos radicalmente, desde sus postulados originarios, desde la raíz, el nacionalismo y todas las prácticas filofascistas que comete para sostener sus falsedades interesadas y para evitar por todos los medios la toma de conciencia de los ciudadanos perjudicados, que traería la inmediata movilización y emancipación. Y estamos completamente a favor de la lucha cívica y democrática, al contrario de los actos antidemocráticos e impositivos de los “castellanoleonesistas”, por la constitución de una comunidad autónoma que sostenga política y administrativamente a los ciudadanos de la región leonesa, conforme a la Constitución española de 1978.

El necesario establecimiento de la autonomía leonesa supondría un enorme triunfo y una digna conquista para la izquierda, en general, y para los socialistas, en particular: la igualdad ascendería un peldaño más en su agotadora y complicada escalada histórica; la justicia tendría un significativo tanto a su favor; la veracidad histórica se vería aliviada; los niños y adolescentes se desprenderían de repugnantes lavados de cerebro; los ciudadanos se ahorrarían cantidades ingentes de impuestos absurdos dirigidos a poner en marcha indecentes adoctrinamientos; muchos profesionales del campo docente, académico, universitario, investigador, editorial... dejarían de mentir consciente o inconscientemente; el ideario nacionalista recibiría un duro golpe, mientras que los planteamientos progresistas obtendrían un alentador empujón; la lógica, el sentido común y la razón ampararían con todo su convencimiento, con toda su ilusión y con toda su fuerza el natural sentimiento de los leoneses que, en el fondo de su corazón, siempre llevaremos inscrito lo que somos, como todos los demás, y siempre veremos extraño eso de “castellanoleoneses” y, mucho más, eso de “castellanos”. Y, con todo, se estaría del lado de aquello que toda persona racional, o mínimamente racionalista, debe perseguir: la verdad. Dice el filósofo racionalista español Gustavo Bueno que todo lo que vaya contra la verdad, por principio, es malo, y que el respeto al prójimo consiste en intentar convencerlo de que lo que dice es erróneo o es verdadero, porque si uno no trata de convencerlo de ello no le tiene respeto. Esa es mi auténtica voluntad, mi última aspiración, mi entusiasmada brega: intentar convencer a los socialistas que siguen defendiendo la continuación de la existencia de “Castilla y León” de que están incurriendo en un tremendo error, aunque seguramente lo hacen inconscientemente y con toda la mejor voluntad del mundo, creyendo que estar a favor de la autonomía leonesa no es de socialistas, sino de los de la UPL o de nacionalistas, cuando es todo lo contrario: defender la autonomía para la región leonesa es defender la igualdad y atacar la injusticia y el trato discriminatorio, defender el progreso para León y atacar el conservadurismo y el inmovilismo nacionalista “castellanoleonés”, defender el respeto a la autenticidad histórica y atacar la manipulación y la falsificación, defender el socialismo y atacar el nacionalismo derechista.

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