jueves, 29 de octubre de 2015

Cuestión de identidades

Por  Lola Galán, Defensora del Lector (publicado en El País el 18.10.2015,
http://elpais.com/elpais/2015/10/16/opinion/1445005348_345842.html

Castilla y León es una comunidad autónoma dual. Es erróneo utilizar sólo el término ‘castellano’ para personas o ciudades leonesas

En un artículo escrito en 1913 e incorporado después a su libro Andanzas y visiones españolas, Miguel de Unamuno cuenta una de sus visitas a “la regia ciudad de León”, cabeza del reino del mismo nombre, y al recordar la estrecha relación histórica que mantuvo con el reino de Castilla, escribe: “Y tan íntima y fuerte fue la unión de ambos reinos, que los leoneses no tienen empacho alguno en llamarse y dejarse llamar castellanos”.

No diría yo que esa situación se mantiene hoy, a juzgar por las quejas que me han llegado últimamente denunciando errores de identificación entre lo castellano y lo leonés.

El último de estos correos me lo ha enviado un suscriptor, Maximino del Rey, molesto porque en una crónica de Deportes se le llamaba a Vicente del Bosque “castellano viejo”. “No es castellano porque ha nacido en Salamanca”, nos corregía.

Salamanca perteneció al reino de León. “O más bien”, precisa Unamuno en el artículo mencionado, “por esta provincia cruzaba la frontera entre ambos reinos [el de León y el de Castilla]”. Lo que quizás explica —que no disculpa— la confusión al referirse a un salmantino como Del Bosque. Lo correcto es decir que el entrenador de la selección española de fútbol es castellano-leonés, porque Salamanca pertenece hoy a la comunidad autónoma de Castilla y León.

También he recibido quejas por la mención que se hacía a León como “ciudad castellana”, en una información sobre la llegada del AVE a esta capital. Carlos Javier Salgado me escribió un mensaje en el que, además de señalar que el calificativo es erróneo, añadía: “Y es que, pese a estar integrada actualmente en la comunidad autónoma de Castilla y León, ésta es fruto (como recoge su propio Estatuto) de la unión en 1983 de dos regiones preexistentes: León (formada por las provincias de León, Salamanca y Zamora) y Castilla la Vieja. De tal forma, la propia denominación de esta autonomía, formada por dos nombres separados por una ‘y’ (conjunción copulativa), denota la dualidad regional de la misma y que, pese a compartir estructuras administrativas, ni lo leonés se ha convertido en castellano ni viceversa”.

Muy parecidos eran los argumentos que me había expuesto en un correo anterior Luis López Varona, tras tropezarse en las páginas del diario con el siguiente titular: Rivera mira a las dos Castillas para reforzarse en las generales. “La expresión las dos Castillas omite de un zarpazo a León. León no es ni ha sido parte de Castilla, aunque a lo largo de la historia se ha unido a ella en varias ocasiones”. Y añadía: “Si a un segoviano o soriano se le dice que es leonés, contestará que no, que es castellano. Pues lo mismo nos ocurre a los leoneses cuando nos dicen que somos castellanos. No, somos leoneses, o como mucho castellano-leoneses pero no castellanos, por supuesto, sin ningún tipo de desprecio a los castellanos”.

López Varona dejaba claro que su queja no respondía a “una cuestión de nacionalismos (una más). No, se trata simple y llanamente de una cuestión de cultura, tanto de historia como de geografía”.

Los lectores tienen razón. Como explica el escritor leonés Julio Llamazares, columnista de EL PAÍS: “Independientemente de lo que uno piense de la autonomía castellano-leonesa, que, como todos sabemos, fue impuesta por los partidos políticos (en ningún momento se le preguntó a la gente), lo que está claro es que, como su nombre indica, es la unión de dos regiones preexistentes: Castilla la Vieja (lo que quedó de ella tras independizarse de las antiguas provincias de Santander y Logroño, hoy Cantabria y La Rioja) y León. Por lo tanto, o se utiliza el término administrativo castellano-leonés para todos o a los habitantes y las ciudades de la antigua Castilla la Vieja se les llama castellanos y a los del Reino de León leoneses, en especial a los de la provincia de León, que no sólo nunca fueron castellanos, sino que mayoritariamente se oponen, como indican todas las encuestas, a la autonomía actual. Para entendernos: aunque Cataluña y Aragón hubieran sido unidas en una sola autonomía heredera de la Corona de Aragón, los de Barcelona seguirían siendo catalanes y los de Zaragoza aragoneses”.

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