miércoles, 10 de octubre de 2012

EL RICO EPULÓN Y EL POBRE LÁZAZARO SE ENCUENTRAN EN PEÑALBA DE SANTIAGO

Por David Gustavo López, Pilar de la Cal y Gustavo Docampo

Se dice que la crisis la pagamos los de siempre, los ciudadanos de medio pelo. El tema resulta manido, pero es verdad, cada día lo vemos en nuestros asuntos más cercanos. Pongo como ejemplo algo que estamos viviendo en Peñalba de Santiago, en este pueblo del municipio de Ponferrada, conocido por su rico patrimonio histórico y por su bella naturaleza.

Pudiera pensarse que las cualidades mencionadas habrán servido al pueblo para recibir una correcta atención de las distintas administraciones. Pues no, todo lo contrario: ha sido de los últimos de la provincia en tener carretera (una abandonada carreterilla); lo mismo en cuanto a la instalación de agua y corriente eléctrica en las casas; sigue habiendo problemas con las comunicaciones telefónicas (hay cobertura desde hace sólo unos meses); todavía no se recibe la televisión digital (pero sí han desconectado la analógica)... Podríamos seguir largo y tendido hasta llegar a lo más reciente: tras años de espera y reclamaciones, la Diputación aprueba la reparación de la carretera, pero por tramos. De los veinte kilómetros que median entre Ponferrada y Peñalba, sólo cinco pueden considerarse aceptables (el tramo Ponferrada-San Esteban de Valdueza); el resto es un suplicio de curvas, socavones y desprendimientos, y todo con una calzada tan estrecha que hace necesario maniobrar cuando dos coches se cruzan, cosa que suele ocurrir varias veces en el trayecto, y más en temporada turística. El primer tramo aprobado corresponde a los dos kilómetros existentes entre San Esteban y Valdefrancos de Valdueza, con un presupuesto de 228.920 euros. Las obras fueron iniciadas en noviembre de 2011. Se hicieron los desmontes, se ensanchó la caja de la carretera, los camiones de la obra reventaron el mal firme hasta entonces existente... y, en el mes de abril del presente año, se paralizó la obra. La razón parece ser la escasez del presupuesto, que ni siquiera ha permitido concluir el tramo adjudicado, dejando la carretera en peor estado que antes de empezar, todo convertido en un gran socavón, barrizal cuando llueve y polvareda si hay sequía.

Cuando el sufrido vecino de Peñalba y el asustado –por causa de la carretera- visitante llegan al pueblo, un gran panel anuncia la subvención pública concedida a una obra de rehabilitación de dos edificaciones rurales: “Refugio de Montaña” y “Centro de Interpretación y Casa de Invitados”. Presupuesto: 359.968 euros. Aportación del Ministerio de Fomento: 200.000 euros (casi la misma cantidad que la del primer tramo de la paralizada carretera). Luego se entera el visitante que el propietario es una fundación vinculada a la Iglesia Católica. Y las obras están avanzadas, han ido a todo ritmo. Sin duda una inversión inapropiada para este momento, al estilo del denostado “Plan Zapatero”: Cuatro plazas en el Refugio, suntuosas, eso sí, y no se sabe muy bien qué en el Centro de Interpretación ni tampoco de quién serán los invitados. Hay algunos hijos del pueblo -en paro, naturalmente- que esperan con ansiedad poder cubrir la plaza del centro de interpretación, porque, suponen, estará previsto algún responsable para enseñarlo.

Así son las cosas, los de medio pelo –el Lázaro de la parábola- se quedan sin lo imprescindible porque Epulón no les deja ni las migajas.

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