lunes, 3 de septiembre de 2012

Yo soy leonés, leonés, leonés

Por Joaquín Cuevas Aller, escritor

Cuando la selección española de fútbol se proclamó campeona de Europa el día 1 del pasado mes de julio, muchos miles de españoles salieron a la calle por toda la península cantando «¡yo soy español, español, español!». Un grupo de jóvenes futbolistas españoles han conseguido que miles de personas salieran a la calle sin complejos ondeando o envolviéndose en la bandera española reivindicando su condición de españoles, no contra nadie, sino por el orgullo de ser y sentirse españoles. España es un país donde los nacionalistas son los únicos que pueden permitirse el lujo de ser y sentirse de su tierra y tachar de fascistas a los que son y se sienten españoles.

Un vasco o un catalán puede libremente envolverse en una ikurriña vasca o en una senyera catalana, pero no admite que un español haga lo mismo con la bandera española. Esto es así hasta el punto de que un nacionalista radical vasco, cuando quiere insultar gravemente a una persona, le llama español. Hace unos días, en un entrenamiento del Athétic de Bilbao, unos radicales vascos insultaron al jugador Fernando Llorente, llamándole español por no querer renovar su contrato con el Athétic.

El problema que tenemos los españoles en las Vascongadas o en Cataluña lo tenemos los leoneses al proclamar nuestra identidad leonesa en esta artificiosa Comunidad. Incluso en el resto de España no entienden que un leonés se sienta leonés, creen que somos castellanos. Los políticos vallisoletanos, cuando alguien ejerce o se siente leonés, le insultan llamándole pueblerino, anticuado o que quiere regresar a la Edad Media. Por eso, se han encargado de hacer desaparecer todo vestigio de historia del Reino de León o de identidad leonesa.

Basten dos pruebas: 1.ª, el año 2010, con motivo del 1.100º Aniversario de la Fundación del Reino de León, la Junta vallisoletana llenó la provincia de León de carteles con el título de «1.100º Aniversario del Reino de León dentro de la Corona de Castilla». Y 2ª, la propia Junta vallisoletana subvencionó la impresión de un libro titulado Historia de Castilla y León donde León no aparece por ninguna parte. Sólo aparecen algunos personajes leoneses, haciendo el más espantoso de los ridículos. Lo triste es que los dineros empleados en subvencionar la desaparición de todo lo leonés son en gran parte dineros leoneses.

Todos los años, cuando la Junta vallisoletana presenta los presupuestos de la Comunidad, al hacer referencia a la provincia de León hace hincapié en un detalle «vamos a dar preferencia a la fijación de población». Es curioso, nunca dicen a recuperar población. Todo un detalle, fijar población puede significar bajarla o disminuirla. Podría ser hasta hacerla desaparecer. Y el camino que lleva esta provincia es de despoblación total. De hecho, ya han desaparecido decenas de pueblos en los últimos treinta años y otros cientos más están habitados exclusivamente por ancianos, un hecho que, por ley natural de vida, los llevará irremediablemente a la desaparición en muy corto plazo.

Hay un detalle que, yo al menos, sí le doy una gran importancia. Me refiero a los monumentos con el título de Patrimonio de la Humanidad. Sabemos que las principales catedrales españoles son Patrimonio de la Humanidad, por ejemplo, las catedrales de Santiago, de Burgos, de Toledo, de Sevilla, de Oviedo, etc. Alguien debería explicar por qué la Catedral de León, la más pura y bella de las catedrales españolas en opinión de los expertos en arte, no es Patrimonio de la Humanidad, como tampoco lo es el más antiguo y más importante monumento románico español como es San Isidoro de León. Hay otros monumentos importantes, pero no tanto como las catedrales antes citadas como el Alcázar de Segovia, la Torre de Hércules de La Coruña y algunas iglesias románicas de Cataluña que también son Patrimonio de la Humanidad.

Pero en términos comparativos, hay un caso que me choca y sorprende profundamente. Me refiero al Puente Colgante de Vizcaya que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad y no lo sean ni la Catedral ni San Isidoro de León. El Puente Colgante de Vizcaya no deja de ser un andamio metálico en dos partes, uno situado en Portugalete y el otro en las Arenas. Ambas partes están unidas en su parte alta por una especie de vía por donde circula una barcaza que une las dos orillas del Río Nervión (allí lo llaman ría para regocijo de los gallegos, al compararla con sus rías) para transportar personas y mercancías. El puente en si es curioso y original y fue inaugurado el año 1890 por lo que tiene poco más de un siglo. No seré yo quien discuta el merecimiento de haber sido declarado Patrimonio de la Humanidad, pues no soy entendido en arte. Pero si comparamos ese puente, repito curioso y original, con la Catedral o con San Isidoro de León, yo encuentro que la comparación no es que sea indigna es que es insultante para los leoneses, para todos los españoles y para los ciudadanos de todo el mundo.

A mi humilde entender, esto es la consecuencia de que el Gobierno autonómico nos da por inexistentes o desaparecidos a los leoneses y a todo nuestro riquísimo patrimonio. Desde Valladolid están utilizando todos los medios disponibles, que son muchos para que los leoneses seamos un apéndice inútil y prescindible, no de Castilla, sino del propio Valladolid.

Yo me rebelo contra ese trato vejatorio y digo que además de español «yo soy leonés, leonés, leonés» y no otra cosa, sin que este grito sea una descortesía o un insulto contra nada ni contra nadie.

2 comentarios:

  1. [extraido del texto]:
    "...digo que además de español «yo soy leonés, leonés, leonés»..."

    ¿No será más bien al revés, "Yo soy leonés, leonés, leonés" y si se tercia, también español? Porque no nos olvidemos que desde 1981 somos castellanoleoneses porque así lo quisieron en la sede patria de España: la oligárquica ciudad de Madrid.

    Así pues, "Yo soy leonés, leonés, leonés", y luego, pues ya veremos, si hay que ser algo más, lo seremos, pero siempre en SEGUNDO LUGAR. Porque el primer puesto es para ser LEONÉS.

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  2. Tenemos clarísimo que primero, y antes de nada, somos LEONESES, lo que NUNCA compartiremos es la frase "Porque no nos olvidemos que desde 1981 somos castellanoleoneses porque así lo quisieron en la sede patria de España: la oligárquica ciudad de Madrid.".

    Por mucho que se empeñen cuatro políticos, más preocupados por su futuro político que por la justicia y la dignidad, ni pudieron, ni pueden, ni podrán convertirnos en un híbrido que nunca fuimos.

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